Serio, de negro, con su eterno cigarrillo y su vaso de naranjada, explicaba chistes como nadie, mezclando el castellano con el catalán, respirando fuerte, enfatizando sus silencios y sin alterarse, Eugenio fue sin duda el rey del chiste corto. Jamás se reía, no hacía el tonto y provocaba carcajadas desde su silla sin apenas moverse y serio como el que más. Una metralleta de chistes, algunos malos, pero que se perdonaban porque al momento te contaba otro con el que te desternillabas. Hoy queremos rendir homenaje a uno de los humoristas más recordados, más queridos y con un sello personal, un estilo que empezó y acabó con él.