"Su padre le pegaba cada vez que le veía leer por la noche. Para él los libros significaban perder el tiempo, su hijo tenía que dedicarse a pastorear el ganado y se lo dejaba claro cuando el pequeño Miguel Hernández encendía la luz de su habitación pensando que todos dormían. Había nacido en él una obsesión, leía desaforadamente y comenzaba a escribir de la misma manera. Sus raíces le llevaban a la quietud, a quedarse en Orihuela (Alicante), a hacer del campo su medio de vida y él lo hizo, aunque sólo durante un tiempo y siempre con un lápiz y una libreta encima.
La vida de Miguel Hernández, nacido en Orihuela el 30 de octubre de 1910, ha sido descrita por su ambigüedad, aunque quizá no es tan poderosamente literaria como nos la han contado. Nació en el seno de una familia tan conservadora como austera. Dejó el colegio muy pronto para dedicarse a ser pastor, pero su formación despuntó gracias a su afán lector. Miguel Hernández, de crío, sacaba los libros de su amigo, el cura Luis Almarcha, un religioso del pueblo que vio en él el don que su padre despreciaba y que luego le traicionaría. Fueron los clásicos. Fue Luis de Góngora, Lope de Vega, Cervantes… los que le llenaron la cabeza y fue su tierra la inspiración perfecta para sus poemas."
La vida de Miguel Hernández, nacido en Orihuela el 30 de octubre de 1910, ha sido descrita por su ambigüedad, aunque quizá no es tan poderosamente literaria como nos la han contado. Nació en el seno de una familia tan conservadora como austera. Dejó el colegio muy pronto para dedicarse a ser pastor, pero su formación despuntó gracias a su afán lector. Miguel Hernández, de crío, sacaba los libros de su amigo, el cura Luis Almarcha, un religioso del pueblo que vio en él el don que su padre despreciaba y que luego le traicionaría. Fueron los clásicos. Fue Luis de Góngora, Lope de Vega, Cervantes… los que le llenaron la cabeza y fue su tierra la inspiración perfecta para sus poemas."