Recuerdo que hace unos años, quizá más de veinte, ahí en Cuéllar, el Sr. Pilar. me enseño una sarta de ajos producto de su propia cosecha, que me llamó la atención y me hizo comprender el porque, la sopa de ajo había derrotado al caldo caliente en las madrugadas de las fiestas, cuando el cuerpo está leño de distintos sabores alcoholicos y de sueño y cansancio. Asi que el amigo que preparaba los caldos, me hacía un relato río del la derrota, por la competencia, de su caldo ante los sabores más contundentes...