Caían al suelo las
flores del ciruelo. Mereció la pena el volver. Pasamos toda la
familia un “Día del Padre” maravilloso. Quisiera quedarme, pero me tengo que ir pronto. Ya sabéis el dicho: No hay padre como mi padre, ni
casa como mi casa, ni
pueblo como mi pueblo. Y madre no hay más que una.