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ESTEBANVELA: Me lo recordaba Luis Gil un buen día cuando podía ver...

Me lo recordaba Luis Gil un buen día cuando podía ver el cielo azul del Estebanvela. ¿No sabes? El tio Pescadilla que vivía detrás de Portalillo, ponía cuatro gotas de aceite sobre un trozo de pan blanco. Abría luego el tomate maduro en sacrificio, recién traído de la huerta. Y decía a modo de bendición: Este alimento viene bien de mañana, al mediodía y en la noche. Viene bien siempre. Siempre que se tenga hambre. Y uno se concentraba con la voz de su pensamiento y con el saboreo de todos sus sentidos. En su simplicidad, el tio Pescadilla, se sentía como pez en el agua. Cuánto me complace evocar esta acuarela rural, con apodo y todo, como homenaje del paso, del paso de Luis, de flor , de vida. Y aquí queda puesto el marco a título de amistad, de gratitud, de amor a la aldea campesina y de sus gentes de siempre.