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Nostalgia.
Mis recuerdos se remontan a tiempos ya pasados donde vivir en mi pueblo era como volver al reposo del guerrero, pasear por sus pinares y respirar ese aire puro era, sin duda alguna lo mejor. La gente del pueblo, como toda la gente de los pueblos se ayudaban unos a otros, no importaba de que color, raza, o que opinión tuvieras éramos todos vecinos, buenos vecinos.
Pero llegaron los cambios, renovarse o morir, que dice el refrán y que razón tiene el dichoso refrán. Mi pueblo no quiere renovarse y los vecinos no quieren ir con el progreso, han cambiado, se han vuelto conformistas por delante que no tanto por detrás, son los mismos vecinos pero cambiados, se conforman de manera pasmosa de lo que esta pasando en mi pueblo, y a mi me da pena mucha pena, por que mi pueblo se muere. Veo a los pueblos de los alrededores como crecen, se asfaltan sus calles, hay zonas para que los niños jueguen sin peligro, tienen un consultorio medico, y lo que ya tienen lo conservan o lo mejoran pero no lo destruyen.
Lo que más me sorprende de todo esto es que antes mirábamos por el bien del pueblo y por que propios y extraños se sintieran cómodos y pensaran en establecerse allí que es lo que da vida a un pueblo. Pero ahora yo siento que no es así y los pocos que con su palabra se pueden hacer oír son callados con la ley de la indiferencia.
Tengo que decir, que con tantos recuerdos en mi cabeza se me olvidaba lo más importante; mi pueblo Juarros de Voltoya.
Mis recuerdos se remontan a tiempos ya pasados donde vivir en mi pueblo era como volver al reposo del guerrero, pasear por sus pinares y respirar ese aire puro era, sin duda alguna lo mejor. La gente del pueblo, como toda la gente de los pueblos se ayudaban unos a otros, no importaba de que color, raza, o que opinión tuvieras éramos todos vecinos, buenos vecinos.
Pero llegaron los cambios, renovarse o morir, que dice el refrán y que razón tiene el dichoso refrán. Mi pueblo no quiere renovarse y los vecinos no quieren ir con el progreso, han cambiado, se han vuelto conformistas por delante que no tanto por detrás, son los mismos vecinos pero cambiados, se conforman de manera pasmosa de lo que esta pasando en mi pueblo, y a mi me da pena mucha pena, por que mi pueblo se muere. Veo a los pueblos de los alrededores como crecen, se asfaltan sus calles, hay zonas para que los niños jueguen sin peligro, tienen un consultorio medico, y lo que ya tienen lo conservan o lo mejoran pero no lo destruyen.
Lo que más me sorprende de todo esto es que antes mirábamos por el bien del pueblo y por que propios y extraños se sintieran cómodos y pensaran en establecerse allí que es lo que da vida a un pueblo. Pero ahora yo siento que no es así y los pocos que con su palabra se pueden hacer oír son callados con la ley de la indiferencia.
Tengo que decir, que con tantos recuerdos en mi cabeza se me olvidaba lo más importante; mi pueblo Juarros de Voltoya.