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MEMBIBRE DE LA HOZ: Historia Informal de Membibre. Cap. II (Cont.)...

Historia Informal de Membibre. Cap. II (Cont.)
Cruzando, entonces, la frontera del año 1.000 antes, y recordando las pequeñas tribus o facciones de las mismas que todavía llegaban desde el norte europeo con sus enseres y familias en busca de espacios para vivir, se produce, ahora, hacia los años 700 antes de nuestra era, un momento en forma de embudo civilizacional muy importante de reseñar para la comprensión de la Historia en los lugares de la Península Ibérica, lugar al que muchos conocían como Finisterre, el fin de la Tierra, el reino de la Luna, las Hespérides.
En torno al Siglo VIII suceden una serie de hechos que vienen a alterar, por decirlo así, las formas y estados que desde siempre habían funcionado en la Península desde el mismo Paleolítico. La llegada desde el sur, el Mediterráneo, de barcos procedentes de oriente, Fenicia y Grecia y desde el norte, la llegada de una serie de tribus organizadas y con personalidad propia a las que se llamarán Celtas.
En efecto, ciertos barcos o grupos de barcos, dos o tres a lo sumo, incluso armadores en solitario, llegaron desde el Mediterráneo, acaso en seguimiento de las rutas comerciales del norte de África. Estos barcos, primero fenicios, pero poco más tarde también griegos, hacían estas rutas en busca de metales, cobre, estaño, hierro, para alimentar el floreciente negocio de las fraguas en sus países de origen y en Asia Menor.
En los lugares de máxima civilización, hacia el año 1.000 antes de nuestra era, la guerra y el negocio bélico eran algo altamente institucionalizado. Con la guerra, aquella gente había hecho de todo, levantado ciudades, urdido imperios, muerto reyes con sus cortes, conquistado territorios, a veces inmensos... De cualquier forma lo mejor estaba por venir.
Pero la búsqueda y comercialización de metales, la industria de minas y las fraguas de pueblos y ciudades no solo fabricaron armas, sino que el metal fue algo imprescindible para la producción de utensilios y herramientas para el trabajo en el campo, trastos para las fábricas, equipos de construcción y tallado de la piedra.
De cualquier forma aquellos barcos que vinieron de oriente, Fenicia y Grecia no comerciaban solo con los metales, sino con una infinidad de cosas y productos, así, prosperaron Cádiz, Málaga, Rosas, Ampurias y más tarde Cartagena, lugares que aquellos hábiles comerciantes usaron para poner sus oficinas de comercio. Es necesario advertir, no obstante, que todos esos lugares conceptuados por la Historia como "colonias" de aquellos países, no puede saberse si fueran eso exactamente, sino que esos lugares, pueblos y ciudades en la costa, ya tenían sus dueños precisos que eran sus antiguos habitantes y autoridades, pero que de hecho prosperarían de forma sorprendente con la llegada de esos barcos. No existieron además contingentes armados aposentados que defendieran los intereses comerciales, sino que todo vino a transcurrir según la vieja norma. Acaso sí podría pensarse en un hecho importante, que sería la primera vez que lugares en la costa peninsular se manifestaran para la civilización y el progreso.
Fue desde esos lugares desde donde llegaron a la Península preciosas noticias de lo que pasaba en otras partes del mundo, en concreto en los lugares más civilizados de oriente: Egipto y Asia Menor y por supuesto Fenicia y Grecia y los otros lugares del Mediterráneo. Noticias y así mismo unas ciertas teorías y formas de ver el asunto -no solo el humano, sino el comercial- y cómo eran las mujeres y los hombres, las ciudades y los aparatos de aquellos lejanos lugares. Con todo ello también llegó su cultura, su filosofía y la baraúnda de dioses y héroes de su religión.
Mientras eso sucedía en el sur y costa del Mediterráneo, en los territorios del norte fueron apareciendo a intervalos unas patrullas de guerreros que fueron ocupando lugares en una cierta franja de esos territorios. Eran Los Celtas o Keltoi, descendientes de la más rancia tradición centroeuropea y que en esos momentos estaban provocando en muchos lugares de Europa otro fenómeno de civilización, algo parecido a Las Culturas de Urnas o los antiguos Kurganes Indoeuropeos.
No se conoce con precisión la forma que tuvieron de presentarse esas patrullas, si fuera con intenciones pacíficas o en labor de conquista. Pero acaso se trate de una continuación de como fueron llegando las anteriores tribus desde aquellos lugares. A medida que pasaban los siglos, las situaciones de emigración se complican, los lugares ya están habitados y los viejos habitantes reclaman la posesión de las tierras.
Con certeza, los grupos o facciones Celtas que llegaron desde el norte, los Pirineos, vinieron mucho mejor armados que los "pueblos de las hachas de guerra", pero acaso no se trate de típicos grupos de guerreros con planes de conquista, sino que llegarían también con carros, familias, enseres y animales. Tampoco se conocen las tácticas que usaron para conseguir territorios, lugares y paisajes donde quedarse. No se sabe si irían conquistando algunas ciudades por donde pasaron, ciudades desde donde más tarde se irradiara su cultura, sus ídolos, símbolos y dioses, su manera peculiar de trabajar y fabricar el hierro. Trajeron, así mismo idioma, una jerga hablada, porque apenas hay muestras de escritura celta, que supondría un aporte lingüístico para los idiomas vernáculos de la zona norte de la Península.
Y después es que la Historia hizo las cosas de esa manera y a todos aquellos pueblos y a todas aquellas gentes de la mitad norte de la Península les llamaron Celtas sin más. Los habitantes de la mitad sur fueron llamados Íberos y por curiosidad, a las gentes y los pueblos que ocupaban una situación intermedia pues les llamaron Celtíberos como para hacer una fiesta. Y así se quedaron las cosas para siempre, porque así les habían llamado los ilustres y afinados historiadores de Grecia y Roma.
Pero de cierto los antiguos, las gentes y pueblos que habitaban esos lugares norteños no eran celtas ni mucho menos, no lo eran, y por supuesto tenían ya sus nombres, aunque de ello no quedase histórica constancia y tenían sus jefes y autoridades, su sociedad preclara y sus problemas políticos y guerreros con sus vecinos, las otras ciudades cercanas. Asimilarían elementos foráneos puesto que ya dijimos que los bienes de la cultura son así todo vale, y cuando se presenta en los tiempos límites, cualquier elemento es analizado y estrujado para saber lo que tiene dentro.