Historia Informal de Membibre Cap II (Cont.)
El lugar que ocupara Membibre desde el principio, como ya se dijo, habría sido un lugar entre aquellas gentes del este y sur que habrían dado más importancia al desarrollo ganadero (Arévacos) y aquellas del norte y oeste de ambiente comunitario de agricultores (Vaceos). Lugar que, si bien aprovecharía ciertas ventajas de ambas formas y acaso de otras, más o menos cercanas o lejanas, no sería, digamos, un lugar proclive a conservar las raíces auténticas, propias costumbres de los antepasados debido precisamente a la dispersión que ello supone.
Pues bien, con el dial de la Prehistoria a este lado del año 1.000 antes, y ahora con la decisiva aparición de cultura y civilización de otros lejanos lugares, la cosa parece seguir en sus trece, un sitio Membibre perdido casi en el centro de la gran península, que trata de enterarse y seguir lo que sucede en ese mundo inmediato de caminos y gentes, pueblos y ciudades.
El pueblo podría situarse en la zona, por muchos reconocida como Celtiberia, pero algo me da en la nariz que a Membibre habría que considerarlo como un lugar Iberocelta, pues la manifestación cultural hacia el sur sí que se aprecia, mientras que hacia el norte, no. Esta influencia de las culturas del sur podría llegar desde la zona de Guadalajara o Teruel al este del Sistema Montañoso Central y acaso la influencia del norte celta de la zona de Burgos y Valladolid.
Pero hay otra forma de explicación que sería observar el hecho desde la perspectiva inmediata de los lugares importantes más cercanos, o sea, algo muy parecido a lo que sucede en la actualidad. El estilo del arte, la forma de las fábricas y artesanías, incluso las costumbre, el comercio y la compra de utensilios y manufacturas estaría predicho primero por los pueblos próximos y después por las grandes ciudades, en el caso de que fueran los mismos. Es curioso comprobar, así, que serían los lugares segovianos, -de la misma provincia- las formas y el asunto más parecido a lo que sucedió en Membibre.
También se puede rastrear el acervo cultural de un lugar si se investiga la existencia de leyendas, héroes o mitología del mismo. En sitios como Membibre, y pueblos parecidos que hubo muchos y seguirá habiendo, no existieron los dioses desde la más abstrusa antigüedad, la lejanía de los grandes centros de civilización privó a sus habitantes de esa clase de manías o veleidades. En cuanto a las leyendas o héroes surgidos de las mismas, la posibilidad es remota y se trataría más bien de un territorio de cuentos y anécdotas o caricaturas de personajes que se irían renovando con el paso del tiempo y los cambios de gentes en el pueblo.
En los lugares del norte, antes de la llegada de los grupos tribales celtas, siempre habían existido los dioses, una cierta mitología de ascendencia natural, respeto o veneración por lugares o fenómenos de la naturaleza, pero con la aportación de las nuevas gentes europeas, además de la suma de componentes lingüísticos aparece la baraúnda de dioses y símbolos llamados eso "celtas" en muchas partes del mundo.
Eso mismo sucede en el sur con la llegada de nuevas culturas desde oriente hasta el mismísimo Año Cero. ¡Astarté! dijeron los fenicios, ¡Zeus!, dijeron los griegos y más tarde ¡Júpiter!, dijeron los romanos. Y acaso quienes escucharon aquello crearon su versión particular de lo mismo y sacaron sus conclusiones, a fuer de simples más terribles: que Zeus era el padre de los dioses y tenía un monte, que Júpiter era el rey, el dios del imperio, pero que ya no tenía ese monte, así que reinaba desde las nubes y los espacios, incluso más tarde, con la llegada del dios único de los cristianos que ya no tenía espacios ni montes ni nubes, ni truenos ni relámpagos.
Si se acepta, entonces, una secuencia de influencia celta por estos lugares del norte que iría desde el siglo VI hasta finales del siglo III antes, tiempo para la asimilación de idioma, técnicas y costumbres por los pueblos que estuvieron aquí desde siempre, se puede hacer terminar esa secuencia precisamente en el año 220 antes de nuestra era, señalado para un hecho importante: la campaña de Anibal con su ejército cartaginés a estas tierras.
El lugar que ocupara Membibre desde el principio, como ya se dijo, habría sido un lugar entre aquellas gentes del este y sur que habrían dado más importancia al desarrollo ganadero (Arévacos) y aquellas del norte y oeste de ambiente comunitario de agricultores (Vaceos). Lugar que, si bien aprovecharía ciertas ventajas de ambas formas y acaso de otras, más o menos cercanas o lejanas, no sería, digamos, un lugar proclive a conservar las raíces auténticas, propias costumbres de los antepasados debido precisamente a la dispersión que ello supone.
Pues bien, con el dial de la Prehistoria a este lado del año 1.000 antes, y ahora con la decisiva aparición de cultura y civilización de otros lejanos lugares, la cosa parece seguir en sus trece, un sitio Membibre perdido casi en el centro de la gran península, que trata de enterarse y seguir lo que sucede en ese mundo inmediato de caminos y gentes, pueblos y ciudades.
El pueblo podría situarse en la zona, por muchos reconocida como Celtiberia, pero algo me da en la nariz que a Membibre habría que considerarlo como un lugar Iberocelta, pues la manifestación cultural hacia el sur sí que se aprecia, mientras que hacia el norte, no. Esta influencia de las culturas del sur podría llegar desde la zona de Guadalajara o Teruel al este del Sistema Montañoso Central y acaso la influencia del norte celta de la zona de Burgos y Valladolid.
Pero hay otra forma de explicación que sería observar el hecho desde la perspectiva inmediata de los lugares importantes más cercanos, o sea, algo muy parecido a lo que sucede en la actualidad. El estilo del arte, la forma de las fábricas y artesanías, incluso las costumbre, el comercio y la compra de utensilios y manufacturas estaría predicho primero por los pueblos próximos y después por las grandes ciudades, en el caso de que fueran los mismos. Es curioso comprobar, así, que serían los lugares segovianos, -de la misma provincia- las formas y el asunto más parecido a lo que sucedió en Membibre.
También se puede rastrear el acervo cultural de un lugar si se investiga la existencia de leyendas, héroes o mitología del mismo. En sitios como Membibre, y pueblos parecidos que hubo muchos y seguirá habiendo, no existieron los dioses desde la más abstrusa antigüedad, la lejanía de los grandes centros de civilización privó a sus habitantes de esa clase de manías o veleidades. En cuanto a las leyendas o héroes surgidos de las mismas, la posibilidad es remota y se trataría más bien de un territorio de cuentos y anécdotas o caricaturas de personajes que se irían renovando con el paso del tiempo y los cambios de gentes en el pueblo.
En los lugares del norte, antes de la llegada de los grupos tribales celtas, siempre habían existido los dioses, una cierta mitología de ascendencia natural, respeto o veneración por lugares o fenómenos de la naturaleza, pero con la aportación de las nuevas gentes europeas, además de la suma de componentes lingüísticos aparece la baraúnda de dioses y símbolos llamados eso "celtas" en muchas partes del mundo.
Eso mismo sucede en el sur con la llegada de nuevas culturas desde oriente hasta el mismísimo Año Cero. ¡Astarté! dijeron los fenicios, ¡Zeus!, dijeron los griegos y más tarde ¡Júpiter!, dijeron los romanos. Y acaso quienes escucharon aquello crearon su versión particular de lo mismo y sacaron sus conclusiones, a fuer de simples más terribles: que Zeus era el padre de los dioses y tenía un monte, que Júpiter era el rey, el dios del imperio, pero que ya no tenía ese monte, así que reinaba desde las nubes y los espacios, incluso más tarde, con la llegada del dios único de los cristianos que ya no tenía espacios ni montes ni nubes, ni truenos ni relámpagos.
Si se acepta, entonces, una secuencia de influencia celta por estos lugares del norte que iría desde el siglo VI hasta finales del siglo III antes, tiempo para la asimilación de idioma, técnicas y costumbres por los pueblos que estuvieron aquí desde siempre, se puede hacer terminar esa secuencia precisamente en el año 220 antes de nuestra era, señalado para un hecho importante: la campaña de Anibal con su ejército cartaginés a estas tierras.