MEMBIBRE DE LA HOZ: Capítulo IV. Tiempos de liberación. Las invasiones...

Capítulo IV. Tiempos de liberación. Las invasiones del norte.

El devenir de los grandes imperios antiguos en la Historia siempre tuvo una forma peculiar de manifestarse. El Imperio Persa, el Imperio Griego, el Imperio Romano surgieron de unos tiempos primigenios, de sangre nueva, de nuevos objetivos. Más tarde llegaron a épocas de desarrollo y esplendor, pero siempre, al final terminaron en estados de recesión, de errores políticos, corrupción y deterioro de la sociedad, incluso de hastío.
Con la llegada de los primeros años del Siglo V, pasado el año 400 de nuestra era, un entendimiento entre diversos pueblos que habitaban más allá del río Rhin en Alemania, trae consigo la creación de fuertes grupos de ejércitos que cruzan la frontera fluvial. Son los Vándalos, Alanos y Suevos que guiados por sus jefes respectivos salen victoriosos en el encuentro con las legiones y se dedican sin más, a saquear las ciudades y los pueblos de la Galia.
Pocos años más tarde, estos mismos pueblos llegan a Hispania y se dedican a actividades parecidas mientras se distribuyen en sus conquista: los Vándalos Silingos ocupan la Bética, los Alanos la Lusitania y Cartaginense y los Suevos y Vándalos Asdingos la zona noroccidental y parte de la Tarraconense.
En el año 410 de la Era de Xto, el rey de los Visigodos, Alarico invade los territorios italianos cercanos a la capital del imperio Roma y somete a la ciudad al saqueo y destrucción durante casi los días de una semana. Transcurría el año 1.163 desde la fundación de la ciudad.
En el año 411 las legiones romanas abandonan Britania a toda prisa, lugar al que no regresarán jamás, para defender las fronteras de Imperio en el continente.
Y lustros más tarde, de nuevo restaurado el poder de los césares, en el año 455 de nuestra era sucede la segunda gran destrucción de Roma. La cosa sucedió como sigue: Eudoxia, una dama de la corte del emperador, viuda de Valentiniano III, no contenta con la política que se seguía en Roma avisó al rey Genserico que acampaba con sus vándalos en el norte de África. Este, sin más, pasó con su ejército a la península italiana y sometió la ciudad a un nuevo saqueo. Es el llamado "saqueo de Eudoxia" tras el cual la ciudad quedó destruida y expectante por los acontecimientos del futuro.
Es a partir de estas fechas y otras posteriores donde se instauran los límites históricos entre el Mundo Antiguo y la Edad Media. El primer sabio en usar esta expresión fue Boecio, romano, consejero del rey ostrogodo Teodorico I. Pero esa denominación de Edad Media, esa forma de contemplar la Historia, sucede solo a partir del Siglo XV.
Son tiempos esos del inicio de la nueva era en los cuales las viejas estructuras habitacionales de estos lugares, pueblos y ciudades, en concreto hacia la meseta y el norte, se darán cuenta, en Membibre también, que no son ellos quienes se tomarán venganza, quienes tendrán la vez y la mano para devalar las últimas y desorganizadas huestes romanas. De cualquier forma con las dos destrucciones consecutivas de Roma y sus murallas, que acaso fueran más y la derrota de las legiones en la defensa del espacio de la gran urbe, ya podrían celebrarlo en Numancia, Segisama o Aracilum.
Se trata, entonces, de una "jugada de quita y pon", antes eran romanos y después serían godos. En efecto, con el paso de los años las patrullas de soldados romanos y la vigilancia de caminos y ciudades disminuye paulatinamente, los prebostes, cónsules y oficinistas de las ciudades y los dueños de domus y villas ponen sus carros en dirección a Italia (es la tan famosa y comentada "huida de los conejos") o bien terminan camuflados entre el resto de la población. La cultura romana, su forma de vestir, construir edificios y obras públicas, sus leyes y cobro de impuestos, sus costumbres y manías sufren un proceso de adecuación a las nuevas circunstancias o su desaparición. Incluso el mismo idioma el Latín, empieza una larga transformación que durará cerca de 1.000 años y que, en base a las viejas costumbres linguísticas de cada lugar de la península, terminará con la aparición de los romances al final de la Edad Media, entre ellos El Castellano.
El problema es que la comprensión de toda esa época viene muy condicionada, a veces para bien, pero la mayoría de las veces para mal, por la terminología empleada para describirlo. Edad Media, de transición, de paso entre el Mundo Antiguo y los Tiempos Modernos. Habría sido mejor llamarlo Edad Gótica, no solo por las precisas circunstancias que lo sujetan, las invasiones de los Pueblos Godos y su predominio político, sino la construcción de los grandes templos cristianos, catedrales góticas y la puesta en marcha de nuevas costumbres, dichos o formas de comercio, que más tarde desembocarían, sin más, en la manifestación también portentosa de las naciones modernas europeas.