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MEMBIBRE DE LA HOZ: Cap. IV Tiempos de liberación. Las invasiones del norte....

Cap. IV Tiempos de liberación. Las invasiones del norte. (Cont.)

El pueblo visigodo fue sin duda el pueblo más importante y glorioso de todos los que habían bajado del norte, no solo por su visión de la jugada ya que desde el principio buscaron la alianza con los últimos césares, sino por la extensión de los territorios conquistados y la fama de sus hombres.
En el año 416 tan solo seis años después de que Alarico devastase Roma, los reyes visigodos reciben mensajes desde la Ciudad Eterna, pues se conoce que se había restaurado el poder de los césares y el senado, para que, en el sentido de aliados del imperio se lleguen a Hispania a restaurar el orden público y social destruido por al presencia de Suevos, Alanos y Vándalos. Todos estos pueblos y secciones de los mismos son godos también y procedentes de lugares vecinos de Europa, pero esto es necesario dejar bien claro que cada uno de los pueblos que bajaron desde allí poseía propia entidad e intereses particulares por encima de su sangre goda. El ejército visigodo se pone en marcha y tras sucesivas victorias consigue su objetivo: Hispania queda pacificada y continúa a nivel teórico bajo las leyes de Roma.
Ya por estos años de debacle el Senado y los últimos césares dirigían todos sus asuntos de esa manera, a base de entelequias políticas que les hacían seguir creyendo que tenían el imperio por la mano y que eso duraría mucho, que la antigua gloria de Roma seguía estando con ellos.
Hacia el año 438 después de nuestra era, el rey de Los Suevos, Requila, que mandaba en Galicia y amplias zonas de alrededor, se propone junto con sus generales conquistar todo el resto de Hispania. Realiza así una serie de campañas militares durante las cuales conquista la Lusitania, la Cartaginense y la Bética. El sucesor de Requila, Requiario, en aprovechamiento del estado de confusión que reinaba en amplias zonas de la mitad norte de la Península, no solo entre los últimos agrupamientos de legionarios romanos que aún quedaban, sino por la fulgurante actividad de las bandas de Bagaudas, pone en marcha su ejército y llega hasta Cesaraugusta y Lérida.
Los césares hablan de nuevo con el rey Teodorico II, visigodo, que cruza los Pirineos procedente de su reino de Toulouse y en diversas campañas desbarata el ejército suevo y hace prisionero a su rey Requiario. Después de esto Los Suevos se retiran de nuevo a su feudo de Galicia.
La primera capital que tuvo el reino visigodo en Hispania, Spania como sería llamada, fue Cartago Spartaria (Cartagena), pero bajo el reinado del rey Teudis la capital se trasladó definitivamente a Toledo con claros fines estratégicos. Este simple hecho merece toda la atención histórica pues es en torno a estos años cuando Toledo se convierte en la auténtica capital política y el auténtico centro religioso de aquel mundo, un hecho sin precedentes, ningún centro, ninguna ciudad antes había acaparado tanto poder en los lugares peninsulares. Es en el interior de sus murallas lindantes con los precipicios del Tajo el lugar donde durante poco más de 150 años sucedieron las más increíbles historias que imaginarse pueda, unos reyes que no sabían ni donde estaban, rodeados de una increíble corte de nobles y caballeros, damas, obispos y servidores que no dudaban en matarse unos a otros en la consecución del poder.
Toledo dista de Membibre unos 240 kilómetros hacia el suroeste, pasando los puertos del Sistema Montañoso Central. Es ahora con la llegada de la corte de los reyes visigodos cuando alcanzará renombre y se convertirá en el centro y capital de las provincias romanas en Hispania. Es a partir de esa ciudad de los antiguos Vetones, cuando aparecerán en la Península los primeros síntomas de centralismo económico y político. Ello por supuesto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Lo que es cierto es que ahora las imposiciones económicas, los impuestos no viajan ya a ninguna parte, a lejanos países o metrópolis, no desaparecen del entorno peninsular, sean cuales fueren su final y uso político, los dineros y partes de las cosechas recaudados se quedarán aquí para siempre. Pero al mismo tiempo el control podría ser mayor y más inmediato con el problema del centralismo cuando los beneficios siempre vana parar a los mismos. Unas personalidades que ya dese el tiempos e los romanos van a entender de esos asuntos no serán otros que los obispos de las diócesis cristianas. Estos, desde que fueran acaparando los puestos de los "comites" romanos en las ciudades, ahora con la necesidad de personal administrativo del organigrama visigodo seguirán en sus trece y si se exceptúa al era de la autoridad musulmana, volverán a ser los obispos quienes de una forma o de otra se encarguen del rollo presupuestario y, cuando se presentaran los reyes cristinos procedentes del norte, éstos seguirán usando ese estamento para la administración.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Fe de Erratas: Toledo no es ciudad de antiguos Vetones sino de antiguos Carpetos. ¡ah esto de confundir el oido con el olfato!
Sobre la capitalidad del reino visigodo en Hispania: es el rey Leovigildo quién la nombra capital en torno al 573 después.