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MEMBIBRE DE LA HOZ: Cap. IV Tiempos de liberación. Las invasiones del norte....

Cap. IV Tiempos de liberación. Las invasiones del norte. (Cont.)

En cuanto al aspecto religioso en estas primeras décadas de dominio visigodo lo que se advierte es una desaparición de los dioses de ambiente clásico, pero ello dentro de un ambiente normal de descreencias y ausencia de dioses. La religión es algo muy importante, pero solo para los iniciados, acaso una moda cara para la multitud de las gentes. Con el transcurrir de los años se manifiestan las nuevas prácticas, más grandiosas y más políticas. Ahora por lo que se derrama la sangre y el saber es el Arrianismo y el Cristianismo Católico.
Los Visigodos cuando llegaron a Hispania ya traían consigo su manera de interpretar la religión cristiana, es decir, el Arrianismo y también sus propios curas y obispos que la defendían. El Arrianismo solo reconocía la divinidad de Dios, no la de Jesucristo ni la del Santo Espíritu y esto ocasionó serias y múltiples disputas con el catolicismo de los círculos y enterados católicos de la vieja sociedad hispanorromana.
Aquí aparece un hecho crucial, multitudinario y espectacular: la conversión al catolicismo del rey Recaredo. Esto ocurrió durante la celebración del Concilio III de Toledo en el año 589, una gran ceremonia y acontecimiento social que ésta ciudad recordará para siempre en sus anales y los siglos venideros.
Los templos más antiguos que se conservan en los lugares peninsulares de culto cristiano -solo alguno de ellos- son los siguientes: La Basílica de Santa María de Carranque en Toledo, que conserva solo parte del ábside y se data de finales del siglo IV; el Martirium de la Alberca en Murcia que data del siglo IV; una serie de basílicas de ábsides contrapuestos como la de Vega del mar en Málaga que data de los siglos IV-V y la iglesia de Casa Herrera en Badajoz y una basílica de planta paleocristiana en Barcelona que data del siglo IV.
Estos son los lugares de culto cristiano más antiguos en los espacios peninsulares y no hay noticia de que para esos siglos existan esa clase de edificios en la Meseta Norte ni más allá.
Este tipo de construcciones de culto donde los cristianos se reunían para celebrar los sacramentos tiene su continuación en la llamada Arquitectura Visigoda. Los templos que quedaron de la formas de hacer visigodas en la Península son: Ermita de Santa María en Quintanilla de las Viñas, un pueblo de Burgos; iglesia de San Juan de Baños del Cerrato en Palencia; la iglesia de San Martín y Santa Comba de Bande de Orense; la iglesia de San Pedro de la Nave en Zamora y la iglesia de Santa Lucía en Alcuéscar, pueblo de Cáceres. Todas estas construcciones datan del siglo VII-VIII y parece ser que ya por estos siglos las prácticas cristianas se encontraban muy organizadas con cierto presupuesto para la construcción y el mantenimiento de los templos.
Toda esta relación de templos y lugares de culto no tiene otro objeto que el de presenciar y darse cuenta de la importancia real del cristianismo en todos esos siglos de nuestra era en los ambientes peninsulares. Es decir, el cristianismo es algo que no estuvo presente en la mayoría de esos lugares desde el principio, visto desde hoy desde hace XX siglos. Es de aseverar al mismo tiempo la persistencia y el interés puesto por esos cristianos en la expresión de su fe y su manera particular de comportarse y concebir las cosas, la naturaleza y el universo. El cristianismo en la inmensidad de los lugares era solo cosa de "enterados", incluso de "progres" que sabían de las modas y de la circulación de las ideas. El número escaso de esos templos nos lo muestra, y aunque pudiera haber otros templos perdidos u olvidados, su número sería lo suficientemente escaso para seguir con la idea. Y ¿quién entonces se aprovechó de esa manera de colocar las razones históricas? Pues los mismos de siempre, aquellos a quienes les interesara, aquellos que desde el principio les interesaran las dos cosas, las duras y las maduras, lo blanco y lo negro en la incipiente y ya no tanto sociedad mundial de los tiempos históricos.
Todos esos templos visigodos tienen su miga, pues se conoce que la conversión de Recaredo "el recadero", no fue algo tan simple como lo cuenta la historia y sería algo visto por la mayoría de los arrianos como una derrota de tipo moral y espiritual en el sentido más estricto. La distribución que se aprecia en esos templos es claramente dualista, en el sentido de que se aprecian dos espacios en su interior. Esto ha sido interpretado de muy diversas maneras, como la existencia de comunidades religiosas anejas a los templos, que vaya usted a saber con qué servicios, celdas o lugares contarían todos esos monjes en esos espacios tan reducidos y más bien habría que pensar en una estricta división de espacios para las dos creencias, arrianos y católicos que se mantendría hasta el final de la dominación visigoda y la desaparición o camuflaje entre el grueso de la población no solo de las gentes arrianas sino de las mayoría de las gentes visigodas.
Y es que los godos, los visigodos siempre fueron así, siempre con su pequeño corazoncito, y como llegaron allende las fronteras dando aquellas voces y con lo justo para ponerse, después tuvieron que ir arramblando cosas, estructuras, leyes, educación, religión y administración a las gentes y culturas que se encontraron.
Si que eran muy burros los godos aquellos, sí, una vez consolidado su poder se dedicaron sin más a expoliar los lugares romanos y más tarde construyeron sus cementerios justo encima de esos lugares, entre sus piedras y columnas, incluso existen sepulcros fabricados en huecos de esas columnas, acaso para significar su desprecio o victoria por la anterior cultura. Por cierto que esto último ya lo habían hecho los propios romanos, o sea, construyeron sus tumbas en los lugares de habitación de Arévacos y Vaceos y se habían enterrado entre sus casas y en las calles de sus poblados como para tener compañía en el trayecto a la eternidad.