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NAVAS DE SAN ANTONIO

Habitantes: 297  Altitud: 1.158 m.  Gentilicio: Naveros 
Hoy amanece en NAVAS DE SAN ANTONIO a las 09:11 y anochece a las 18:54
Nº fotos: 69  Nº mensajes: 294 
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Monumentos:

Iglesia de San Nicolas de Bari (s. XVII)

Ermita de San Antonio del Cerro (s XVII)

Paneras Reales (s. XVIII)

Fiestas:

San Antonio (13 de Junio). San Nicolás de Bari (6 de Diciembre). Fiestas de verano (tercera semana de Agosto)

Historia:

Este bonito pueblo castellano está desplegado al borde de la gran arteria nacional que une las dos mesetas, a modo de centinela, en esa zona neutral que separa los llanos castellanos de las montañas del Sistema Central. En el kilómetro 75 de la N-VI. Teniendo como horizonte por el sur las estribaciones de la Sierra de Malagón, y sirviéndole de marco por el este la silueta de los Calocos.
Sus 1.159 m de altitud y su inmediatez a las cumbres del Guadarrama le confieren una dureza de clima netamente de montaña castellana. Veranos suaves; casi frescos a la caída del Sol debido a la brisa del noroeste; e inviernos criminalmente fríos que han influido netamente en el carácter y la dureza física de los hijos de Navas.
El pequeño pueblo (quizás a fecha de hoy el primero al que todavía se le puede denominar de esta manera desde que se abandona Madrid) aparece a la vista del viajero tras coronar la empinada cuesta del Caloco. Justamente tras dejar a la derecha la preciosa ermita dedicada al famoso Cristo de El Caloco (donde se rodó parte de la primera película de Marcelino Pan y Vino), y una vez coronada la cuesta, se abren las sucesiones de navas apareciendo el pueblo en el fondo de ellas.
Si lo descubrimos desde la otra dirección que marca la carretera, el impacto es mayor. El pueblo aparece de improviso. El marco geográfico queda embellecido al fondo por la silueta de los montes del Guadarrama, y en primer término tres cerros: Caloco Mayor, Caloco Menor, y Tomillarón.
No se conoce el origen ni la fecha en que nace este bonito pueblo castellano. En 1247 aparece reflejado el cercano pueblo de Zarzuela en una aportación que se hace a la Mesa Episcopal de 19 maravedíes, pero no aparece Las Navas. Sin embargo hay documentos en que figura como Navas de Zarzuela en 1.442 (29-5-1442), y en donde ya se nombra la actual iglesia parroquial dedicada a San Nicolás de Bari; por lo tanto en esas lejanas fechas ya existían cristianos poblando esas tierras.
Parece ser, que a pesar de constituir un concejo independiente, se denominaba en un principio a la población como Navas cerca de Zarzuela, y posteriormente, simplemente Navas de Zarzuela.
El actual nombre de Navas de San Antonio se debe a la profunda devoción de sus habitantes al Santo portugués muerto en Padua.
Según un escrito fechado el viernes, 4 de Agosto de 1.455 ante el escribano real Alonso Martín Flores, se relata la aparición de “un fraile”, que a la postre resultaría ser San Antonio, al niño Juan González de Ávila. Como ocurre siempre en estos casos, nadie puede asegurar la certeza de estos hechos, pero fuera como fuese, aquello marcó para siempre la fe y la devoción de los naveros, que desde aquel momento pasaron a denominar su aldea con el nombre de Navas de San Antonio.
Posiblemente la formación de este pequeño pueblo situado en las primitivas tierras de carpetanos o arévacos, no difiera mucho de otros formados durante la reconquista y repoblación de esta parte de Castilla que quedó como frontera entre el mundo cristiano y el musulmán, al otro lado de la sierra. Posiblemente la frescura de sus pastos y la importancia que fue tomando el camino real que discurría al interior de Castilla y que pasaba lamiendo el caserío, determinaron su crecimiento. Tampoco podemos ignorar la importancia que tuvieron en su día cualquier albergue que existiera como auxilio y descanso de viajeros en una zona tan cercana a los temibles (por entonces) pasos de la sierra. De cualquier forma, la presencia de lo que hoy es la N-VI, y antiguamente un simple camino de carretas, determinó la existencia de este pueblo.
La historia en Navas solo se ha podido escribir con minúsculas. No hay en la historia de este pueblo ningún hecho relevante, salvo el saber subsistir año tras año en la extrema dureza de estas tierras, ¡que ya es bastante! Tierra dura como son sus hijos; pero tierra que ha dado vida a quien la ama, y cobijo en su seno a quienes la supieron regar con el sudor de su frente o con el amor de su corazón.
. Simplemente su historia se ha escrito con la suma de las pequeñas historias de sus pobladores; que son, al fin y al cabo, las sumas que forman las grandes historias. Nada trascendente, nada en especial ha ocurrido en Navas de San Antonio. Quizás eso sea lo más importante, que nada ha podido alterar el normal transcurrir de la vida de los “naveros”.
Si buceamos en los pocos anales que conocemos, y según testimonio del único cronista que hasta fecha de hoy ha escrito sobre el pueblo, el párroco D. Félix Martín Martín, hay conocimiento de un hidalgo, allá por 1523 (un tal Pedro de Arévalo, que no se llevaba bien con sus vecinos a causa de sus abusos). También hay conocimiento de D. Francisco Ayala Aragón, Sargento Mayor del Rey que estaba en Flandes al frente de una guarnición militar. Posteriormente algunos de sus vecinos tuvieron “problemillas” con los ejércitos (unas veces amigos y otras enemigos) que pasaron por el pueblo siguiendo la carretera.
Imponente les debió parecer a los naveros ver pasar por delante de sus puertas al mejor ejército del mundo, aquel invierno en que los voltigueurs franceses decían en voz alta que alguien le metiese un tiro a Napoleón por las penalidades que les supuso traspasar en medio de una ventisca el cercano Alto del León para perseguir a Sir John Moore hasta La Coruña.
Desconocemos las posibles calamidades que esta coyuntura les acarrearía a los sufridos habitantes de Navas (que seguro las pasaron), pero sí conocemos que los franceses hicieron estropicios tales como maltratar la imagen de su venerado Santo; problema al que rápidamente, y sin remoloneos económicos, pusieron remedio los vecinos; que una cosa son las rencillas habituales de pueblo, y otra muy distinta es que les toquen a su Santo Patrón.
Posteriormente se conocen las aventuras y desventuras de algunos de sus mozos en las guerras de Cuba y África (en el cercano pueblo de Aldea Vieja, nació uno de los llamados Últimos de Filipinas, que fácilmente podría haber sido hijo de Navas; pero que como en tantas otras cosas se quedó “rozando”). Pero quizás, el hecho más sintomático, y que define mejor la hermandad de sus habitantes, sean los hechos ocurridos en este pueblo en la triste guerra civil del 36.
A pesar de que por la población pasaron fuerzas de uno y otro bando en los primeros compases de la guerra, y se demandó por parte de los distintos bandos que se denunciase a quienes fuesen opositores; nadie, absolutamente nadie se dejó llevar por su ideología política. Nadie denunció a su semejante. En Navas de San Antonio los vecinos se hermanaron y solo se preocuparon de sobrevivir lo mejor que pudieron en aquellos terribles días. Ese es la mejor herencia que pudieron dejar a sus hijos y nietos.
Hoy día el pueblo ha recuperado parte del atraso histórico en se vio sumido. El color gris de sus casas se ha visto poco a poco cambiado por un blanco castellano que le ha devuelto su alegría. Importante ha sido el trabajo de sus ediles con tan pocos presupuestos y recursos; pero mayor aun ha sido el esfuerzo y el cariño que han puesto sus habitantes; tanto los que nunca abandonaron su tierra, como los que se vieron obligados a buscarse la vida en otros lugares, pero que luego han vertido su amor y sus recursos en la tierra que les vió nacer y en la que piensan descansar para siempre junto a sus ancestros
Si pasaís alguna vez por Navas de San Antonio, no dudeís en perder un poco de vuestro tiempo. Visitad la preciosa ermita dedicada a su Santo Patrón. Disfrutareis de unas vistas hermosas de las estribaciones de la sierra y de la inmensa llanura adyacente a la capital segoviana. También podréis pasear entre aromas de tomillo y romero por alguna de sus dos inmensas dehesas comunales, al mismo tiempo que saboreareis el placer de admirar la calma bucólica de los ganados pastando en sus praderas. Y, sobre todo, seguro, seguro, que al cruzaros con alguna de sus abuelas, pondrá la mano a modo de visera, y os preguntará: “ ¿Y tú de quién eres, majo?”