Dicen que ancha es Castilla, y allá que fuimos a corroborarlo. Y bien cierto que lo es, y llena de cigüeñas. En Salamanca pudimos comprobar que una pertinaz plaga de ranas infesta camisetas, tazas, llaveros y toda clase de utensilios. Por suerte también posee la románica y redonda iglesia de San Marcos, una de las más bonitas que se pueden encontrar por ahí y un oasis de sencillez y austeridad, junto con la de San Juan de Barbalos, en una ciudad altiva y encantada de haberse conocido, pese a lo cual encabeza la clasificación del desempleo en la región.
Zamora - estatua de ViriatoLa sorpresa es Zamora, tal vez de menos fama que las otras provincias castellanoleonesas pero que contiene la mayor concentración de iglesias románicas en una ciudad, además de una curiosa serie de edificios de estilo modernista, en una mescolanza llamativa. Aquí el tan vilipendiado Vellido Dolfos es un héroe, pues mató al rey felón Sancho II, que tenía cercada la ciudad para arrebatársela a su propia hermana, Urraca. Otro local hero es Viriato, el Asterix lusitano, de cuyas victorias sobre los romanos se tomó el motivo de la bandera de la ciudad, aunque bien pudiera haber incluido también una trucha, por cuya causa se formó tremendo motín que acabó con la mayoría de los nobles achicharrados.
Avila - Estatua de San Juan de la Cruzávila es la capital española situada a mayor altitud, aunque nosotros llegamos a pasar calor. Por multitud de calles y plazas hay referencias a San Juan de la Cruz y Santa Teresa (incluyendo un convento construído donde estuvo su casa natal en el que se conserva -costumbre celtibérica gore donde las haya- un dedo anular junto con unos huesecillos de San Juan). También sigue habiendo en su nomenclatura callejera referencias al antiguo régimen, y lo que te rondaré, morena. Su mayor reclamo turístico son las murallas, de las que se dice que nunca llegaron a tener que soportar un asedio, aunque está por ver que puedan sobrevivir a los arietes de la especulación urbanística. Torres más altas han caído, pero a éstas se puede subir y otear los alrededores desde la misma altura que los nidos de cigüeña y los cuervos que suelen traer incluídos los Exin-castillos, y desde allí arriba ver la iglesia de San Vicente, que bien vale una visita detenida. No es nada desdeñable tampoco la oferta gastronómica de la zona, especialmente para los aficionados a la grasa y proteínas en abundancia.
SegoviaSegovia es poco más grande que ávila, tiene acueducto y alcázar y fue donde se inició la revuelta de los comuneros, cuyos hechos y protagonistas siguen siendo recordados en la región, como Juan Bravo, segoviano de adopción y que junto a Padilla y Maldonado formaban la alineación titular que recitábamos en el colegio. La ciudad se ve bien bonita, destacando tal vez la iglesia de San Millán, pero eso sí, es zona azul por todas partes y si se quiere aparcar sin pagar hay que irse a mitad del campo. En la vieja judería, junto a la muralla, había alguien escuchando a buen volumen a los Chichos (o los Chunguitos, no sé), para que se note que lo cañí y lolailo no es patrimonio exclusivo del sur ibérico (a pesar de lo cual había gente que no entendía nuestros hablares y había que hacer un esfuerzo para pronunciar las supérfluass esess al final de lass palabrass). Abundan los edificios adornados con la técnica del esgrafiado.
Zamora - estatua de ViriatoLa sorpresa es Zamora, tal vez de menos fama que las otras provincias castellanoleonesas pero que contiene la mayor concentración de iglesias románicas en una ciudad, además de una curiosa serie de edificios de estilo modernista, en una mescolanza llamativa. Aquí el tan vilipendiado Vellido Dolfos es un héroe, pues mató al rey felón Sancho II, que tenía cercada la ciudad para arrebatársela a su propia hermana, Urraca. Otro local hero es Viriato, el Asterix lusitano, de cuyas victorias sobre los romanos se tomó el motivo de la bandera de la ciudad, aunque bien pudiera haber incluido también una trucha, por cuya causa se formó tremendo motín que acabó con la mayoría de los nobles achicharrados.
Avila - Estatua de San Juan de la Cruzávila es la capital española situada a mayor altitud, aunque nosotros llegamos a pasar calor. Por multitud de calles y plazas hay referencias a San Juan de la Cruz y Santa Teresa (incluyendo un convento construído donde estuvo su casa natal en el que se conserva -costumbre celtibérica gore donde las haya- un dedo anular junto con unos huesecillos de San Juan). También sigue habiendo en su nomenclatura callejera referencias al antiguo régimen, y lo que te rondaré, morena. Su mayor reclamo turístico son las murallas, de las que se dice que nunca llegaron a tener que soportar un asedio, aunque está por ver que puedan sobrevivir a los arietes de la especulación urbanística. Torres más altas han caído, pero a éstas se puede subir y otear los alrededores desde la misma altura que los nidos de cigüeña y los cuervos que suelen traer incluídos los Exin-castillos, y desde allí arriba ver la iglesia de San Vicente, que bien vale una visita detenida. No es nada desdeñable tampoco la oferta gastronómica de la zona, especialmente para los aficionados a la grasa y proteínas en abundancia.
SegoviaSegovia es poco más grande que ávila, tiene acueducto y alcázar y fue donde se inició la revuelta de los comuneros, cuyos hechos y protagonistas siguen siendo recordados en la región, como Juan Bravo, segoviano de adopción y que junto a Padilla y Maldonado formaban la alineación titular que recitábamos en el colegio. La ciudad se ve bien bonita, destacando tal vez la iglesia de San Millán, pero eso sí, es zona azul por todas partes y si se quiere aparcar sin pagar hay que irse a mitad del campo. En la vieja judería, junto a la muralla, había alguien escuchando a buen volumen a los Chichos (o los Chunguitos, no sé), para que se note que lo cañí y lolailo no es patrimonio exclusivo del sur ibérico (a pesar de lo cual había gente que no entendía nuestros hablares y había que hacer un esfuerzo para pronunciar las supérfluass esess al final de lass palabrass). Abundan los edificios adornados con la técnica del esgrafiado.