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OTERO DE LOS HERREROS

Habitantes: 812  Altitud: 1.140 m. 
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Situación:

Pueblo perteneciente a la provincia de Segovia a 23 kms de la capital provincial. Está situado en la vertiente septentrional de la Sierra del Guadarrama. Al pie del macizo de la Mujer Muerta. Le atraviesa la Sierra del Quintanar, que dibuja perfiles quebrados sobre un páramo azotado por fuertes vientos que limpian la luz de los atardeceres, expandiendo un mosaico de colores en el horizonte.

Ayuntamiento:

Alcalde: Mª Luisa Román (PSOE)

Habitantes: 803.

Dirección: Mayor, s/n.

Distancia a la Capital: 23 kms.

Datos del Ayuntamiento.

Localidad: OTERO DE HERREROS.

Provincia: SEGOVIA.

CP: 40422.

Teléfono: 921483000.

Monumentos:

No existe aquí, a primera vista, la belleza de los monumentos y edificios que posee Segovia, pero, si se mira detenidamente, el pueblo encierra las huellas diseminadas y mal conservadas de la memoria, de la Historia.

Los restos romanos afluyen como una legión de fantasmas que desfilan en una formación imposible por la calzada romana que se encuentra en una de las salidas del pueblo. Dos mil años de olvido sobre sus tramos arrancados que se desvanecen hacia la nada, por los que hoy transitan las ovejas. Cabe destacar, asimismo, las minas que fueron explotadas por la Roma de Augusto, en lo que se conoce como el "Cerro de los Almadenes" o lo que es lo mismo "Colina de las Minas". Geológicamente, toda la zona es muy rica en cuanto a la acumulación de mineral se refiere: hierro, cobre, plata, níquel, plomo, zinc, oro, etc., conviven en una amalgama que se conoce con el nombre de escoria, cuyo volumen primitivo se estima que fue de 50.000 m3 aproximadamente. Las escorias son negras, pesadas, de grueso formato, conteniendo, sobre todo, una fuerte proporción de hierro. Mezcladas entre las escorias están esparcidas vasijas antiguas, ladrillos calcinados y fragmentos de lingotes de mineral. Hoy día, aún pueden verse el escorial, los pozos, las galerías de desagüe, los emplazamientos de los hornos de fundición entre los escombros del vertedero local.

El profesor Claude Demargue de la Universidad de Toulouse (departamento de Arqueología y Metalurgia antigua) que a principios de los 70, hizo un estudio sobre el Cerro de los Almadenes, llegó a la conclusión de que los numerosos fragmentos de ladrillo escorificado que encontró, provenían del revestimiento interior de los hornos de fusión que licuaban el mineral, cuyos restos se encuentran situados sobre la plataforma superior del cerro, donde se beneficiarían, por la tirada, de fuertes corrientes de aire que dispersarían los humos nocivos. También se encontró una mesa de molienda, en la que previamente se preparaba el mineral, aplastándolo, antes de su fusión en los hornos. Este sistema de trituración se remonta a la Edad del Bronce, y en la época romana se emplea, sobre todo, para moler el mineral aurífero.

Es de destacar la cerámica aretina, que fue encontrada mientras se realizaban estos trabajos que hacía pared de mina, correspondiente a la época imperial.

El nombre original de Otero de Herreros fue Ferreros (hierro en latín), el antiguo pueblo cuyas ruinas aún se alzan en una desviación del camino a Valdeprados y que fue abandonado, por las condiciones insalubres que presentaba, hacia finales del Siglo XV(1460-1480), como consta en el libro del Marqués de Mondéjar "Noticias Genealógicas del Linaje de Segovia", ubicándose el nuevo pueblo en un alto u otero. Se pueden ver el paredón carcomido y destrozado de lo que fue en su día la iglesia románica de San Pedro, marcándose en sus alrededores los restos de casas y cimientos que fueron visitadas y sirvieron de posada al Arcipreste de Hita, como reza el Libro del Buen Amor.

Fiestas:

Otero de Herreros encierra en su significado toponímico las claves que definen el lugar. El trabajo de la herrería se asoció, desde antiguo, a conocimientos que pasaban de padres a hijos, atribuyéndoseles un carácter casi de magia o hechicería, viviendo apartados de los demás. Los orígenes de la metalurgia se pierden en la noche de los tiempos, y en la II Edad del Hierro, ya la practicaban los pueblos celtas de la península, cuya perfección era conocida por los romanos. Los vacceos, arévacos, vetones, pueblos de origen celta que dominaron los páramos, sobreviviendo a los duros inviernos de estas tierras, y que fueron romanizados y esclavizados, provenían del tronco indoeuropeo común, y trajeron con ellos el trabajo de la metalurgia y un sistema de vida basado en el ganado y en la búsqueda de pastos con la consiguiente trashumancia, como así parecen demostrarlo los restos de grandes mastines que se han encontrado en algunos castros de localidades cercanas y cuyos pobladores fueron los mismos que en Otero (castro de "Las Cogotas", provincia de Avila), que serían empleados para éstos fines. Estos pueblos prerromanos convivieron con la magia y la muerte, convirtiéndolas en diosa lunar cuando celebrabam danzas en su honor, mientras los huesos de sus caudillos y jefes eran blanqueados por los buitres y el sol en lugares que devoró la memoria.

Lugares sacralizados por la tradición, en los que se levantaron ermitas y santuarios con el paso de los siglos y se convirtieron en rosarios que fueron desgranados entre los dedos o en Vía Crucis de piedra que sembraron los caminos. Es el caso de la ermita de la Virgen de Ladrada. Las cruces arrancan del cementerio actual y, atravesando el pueblo, continúan durante casi un kilómetro a ambos lados del sendero. Terminan sobre un montículo con tres cruces juntas, que coronan el Santuario, en un paralelismo de la Crucifixión, denominado "El Calvario de la Virgen". Su planta de cruz latina extiende sus brazos sobre una pradera de fuentes subterráneas, destacando de la construcción, por su belleza, un arco de medio punto situado en un pequeño atrio que mira al río. El interior es de una sola nave, cuyas paredes se articulan con arquerías ciegas que sujetan una bóveda de medio cañón cuyo entramado de arcos fajones ha desaparecido, siendo sustituida por una armazón de madera que sujeta el techo. En primavera se celebra "El Día de las Aguas", y se traslada la imagen de la Virgen, a través del camino de cruces, hasta la iglesia del pueblo, donde permanecerá quince días, al cabo de los cuales retornará de nuevo a la ermita. Es curioso contemplar la danza de las mujeres alrededor del templo, mientras los hombres sostienen la imagen en unas andas. Todos dan la vuelta al recinto, incluido el sacerdote que se une al cortejo después de oficiar la misa. Reminiscencias de viejos ritos que recuerdan las "Rondas Pascuales" que se celebraban alrededor del deambulatorio de las catedrales en la Edad Media, con fines de renovación espiritual.

Costumbres:

El lugar de Otero es apacible y silencioso, anclado en un secular y mudo olvido que le confiere su impronta de pueblo castellano. Sus calles vacías, sus mayores que juegan al mus en las largas tardes de invierno en los bares, las fachadas de algunas casas ya caídas que confunden sus cimientos con los nuevos chalés construidos, sus fiestas de verano de baile y charanga. Todo se entremezcla con el bisbiseo de los rezos y oraciones a sus santos y tradiciones.

Historia: