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Castillo, PEDRAZA

Castillo de Pedraza.
El castillo de Pedraza es una fortaleza construida en el siglo XIII que se reedificó en el siglo XV por García Herrera. A principios del siglo XVI los Duques de Frías, Condestables de Castilla, reformaron el castillo de nuevo, añadiéndole el gran muro defensivo adherido a la torre del homenaje y el muro exterior dotado de cañoneras y un puente levadizo (hoy desaparecido). El castillo cuenta con una imponente torre del homenaje, foso, y está rodeado en la mayoría de su perímetro por un precipicio.
En esta fortaleza estuvieron prisioneros dos hijos del rey Francisco I de Francia.
Al igual que Pedraza, todas estas fortalezas pertenecían a la familia Fernández de Velasco, Duques de Frías y Condestables de Castilla.
En 1926, el pintor Ignacio Zuloaga adquirió el castillo y lo restauró severamente, instalando allí un taller. Los herederos del pintor adaptaron una de las torres para la exposición al público de una parte de la obra del artista.
El actual Museo Ignacio Zuloaga, se puede visitar de miercoles a domingo. El horario de verano es de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. La entrada cuesta 7€.

Nada más entrar en Pedraza comprobarás por ti mismo que este sí que es un pueblo con encanto y uno de los más bellos de España. Se trata de una villa medieval amurallada, cuya cuidada rehabilitación motivó su declaración como Conjunto Histórico en 1951.
Su nombre parece derivar de la Pretaria romana, aunque los primeros datos históricos se remontan a Don Fernando Gómez de Albornoz, comendador mayor de Montalbán, que fue nombrado por el rey Enrique II de Castilla Señor de Pedraza. Posteriormente pasó a manos de la familia Herrera y a finales del siglo XV pasó a los condestables de Castilla por el matrimonio entre Doña Blanca Herrera y Don Bernardino Fernández de Velasco. Se mantuvo en estas manos hasta que en el siglo XIX se abolieron los señoríos. Los condestables se asentaron allí, siendo el lugar sitio de paso para grandes personalidades, como artistas, nobles y monarcas. En el siglo XVI y XVII tiene lugar la época de mayor esplendor del pueblo, y es de cuando datan la mayor parte de casas y palacetes. Esta prosperidad fue debida, entre otras cosas, a la exportación hacia el Norte de Europa de la lana de sus rebaños de ovejas merinas y a sus excelentes tejidos, capaces de competir con los mejores que se elaboraban en Flandes.
En la actualidad, en esta pequeña villa, la mayoría de sus vecinos viven del turismo, por lo que podrás encontrar numerosos asadores y comercios.
Gran fama tiene su gastronomía, destacando el cordero asado, el judión de la Granja, el cochinillo asado las patatas revolconas o el ponche segoviano.