En septiembre de año 2011, Vidal me habló de un lugar del
monte que frecuentaba porque le encantaba la panorámica que desde allí observaba y el deseo, a ser posible, de permanecer por siempre en tal lugar.
Tanto me llamó la atención que le dedique un soneto como si ya hubiera fallecido, cosa que celebró (lo del soneto, claro, no lo otro), y así decía:
PARA VIDAL que ha marcado en el monte de
Muñopedro el lugar donde quiere permanecer por siempre. Allí entre añosos chaparros, jara y tomillos,
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