Era una mañana de primavera, segunda quincena de mayo y los campos estaban con un colorido especial, pues en estas fechas si el tiempo acompaña, los lindazos del lado del camino se llenan de flores silvestres y los verdes sembrados en algunas ocasiones se pintan de rojo.
Había amanecido el día un poco nublado y las nubes cubrían gran parte del espacio que había por detrás de la ermita, descargando un pequeño chaparrón, con lo cual y con esa agua y con el...