Tradiciones Segovianas
EL CRISTO DE LOS GASCONES
Hace algunos siglos, varios gascones y alemanes descubrieron enterrada en una heredad limitrofe entre España y Francia, una imagen de Cristo en el sepulcro y junto a ella una esquila o campanilla, y como eran gente piadosa, cada cual quería llevarsela efigie consigo. Disputaron largo rato sobre a quién le pertenecía, y por fin determinaron conocer la voluntad de Dios, y buscando una yegua la sacron los ojos, la pusieron al cuello la esquila, y cargando sobre el animal la sagrada imagen, decidieron adjudicarla al pais adonde aquélla la condujese, pues entendían que el sitio en que la yegua la dejase, aquel sería el que escogería al Santo Cristo para que se le venerara.
Lo hicieron así, y siguiendo ellos al animal, es lo cierto que después de muchas jornadas, llegaron a Segovia, en donde pasando por la iglesia de San Salvador, entró por la puerto y salió por la otra, siguió caminando la calle abajo y vino a la iglesia de San Justo, que entonces era una ermita, y unos dicen que al llegar a su puerta la yegua se paró y cayò muerta en cuanto fue descargado; pero otros afirman que el animal, entrando en la referida igleisa, se arrodilló junto a un poyo y acostándose hacia él, alli dejó su preciosa carga, y a consecuencia del cansancio producido por el largo viaje. Sea de ello lo que quiera, el hecho es que los gascones y los alemanes que vieron este prodigio, comprendieron que era la voluntad de Dios que quedara allí la mencionada imagen de su divino Hijo.
Aquellos devotos extranjeros que habían acompañado la santa imagen desde lejanas tierras, no quisieron separarse de ella, y para guardarla se quedaron en Segovia; los gasgones se retiraron a vivir por bajo de la iglesia de San Justo, hacia el Azoguejo, y por eso se llama el sitio donde habitaron, calle de los Gascones, nombre que aún hoy se conserva, aunque algo alterado, pues en la actualidad se llama calle de Gascos, y porque los alemanes se apostaron a vivir a la otra parte de la iglesia, cerca de un arroyo que allí próximo había, se llamó a éste, el arroyo alemán.
La esquila o campana que trajo al cuello la yegua, dice Lorenzo Calvete, que se puso en la torre de la iglesia de San Justo… y aunque se ha quebrado varias veces, se le ha añadidod metal de campana, por lo que ha agrandado su tamaño, y era tradición muy corriente entre nuestros mayores, que cuando alguna mujer estaba próxima a ser madre, y la campana de San Justo tocaba a parto, hacía Dios que la parturiente siempre diera a luz con toda felicidad.
En la citada iglesia de San Justo se conserva y venera desde aquellos tiempos el Santo Cristo en el sepulcro, en capilla particular a cargo de una devota Esclavitud, que cuida de su culto y le saca en procesión la tarde de Viernes Santo, seguido por niños vestidos con túnicas que llevan los atributos de la Pasión, yendo escoltados por varios de los cofrades armados de coraza, casco y pica, en memoria de los gascones y alemanes que vinieron acompñándole hasta el lugar donde hoy se encuentra.
Pero el lugar donde en un principio de dio culto a tan venerable imagen, era una capilla de pequeñas proporciones, y en ampliarla y mejorarla se gastó su patrimonio en el año 1066 D. Juan Velez de Arcaya, dando asì una prueba de su devoción hacia la efigie del Redendor de los hombres, a la que Segovia debe tantos beneficios.
Fue uno de èstos el dispensado en 1666, en ocasión de que el sacristán de San Justo estaba tocando a nublado, del que se desprendió un rayo cayendo en la torre sin hacer daño alguno al sacristán y yendo a parar a una oficina de cabestrería que había por bajo y al Norte de dicha iglesia, en donde en lo antiguo hubo un templo o palacio llamado Casa de las plagas, situado en el terreno denominado Huerta perdida, huertas que con otras de San Lorenzo fueron formadas por los gascones y alemanes que acompañaron al Santo Cristo desde la Gascuña, adonde habia sido llevado para ocultarle cuando ocurrió en España la invasión musulmana.
Para concluir diremos algo de lo que ocurrió el famoso año llamado en la localidad Año del milagro.
En 1683, la provincia de Segovia estaba afligida por una gran sequía, y para implorar del Cristo el agua apetecida, el domingo de Ramos bajaron en rogativa a su capilla de la iglesia de San Justo los huesos de San Frutos y sus hermanos San Valentín y Santa Engracia, sin que se consiguiera la tan deseada lluvia. Fue sacada el Viernes Santo siguiente la venerada imagen en procesión según se acostumbraba todos los años, y al quererla sacar de la catedral, adonde la habian llevado, para volverla a su capilla, empezó a llover, con gran júbilo de todos, que dieron gracias al Santo Cristo que les proporcionaba tan singular beneficio. Por tres veces intentaron sacar la bendita imagen de la catedral y otras tantas lo impidió la abundante lluvia que caía con alegría general de los segovianos, que decidieron colocar al Cristo en la capilla del Sepulcro, en donde estuvo dieciséis dias, siendo visitado por las corporaciones y el vecindario de la ciudad y sus inmediaciones, que agradecidos, acordonaron bajarle a su capilla con la misma solemnidad que se baja a su santiario a la Virgen de la Fuencisla; pero el dia señalado para la traslación, se levantó un huracán que obligó a suspender la fiesta para el dia siguiente, mas habiéndose promovido una fuerte tormenta, hubo que despedir a los pueblos que habian acudido para acompañar la imagen en su bajada y se comprendió que era la voluntad del Santo Cristo que no se hiceran manifestaciones públi9cas, y el primer dia que se presentó serno, se organizó una procesión con los vecinos de la ciudad y fue llevado el Santo Cristo a su capilla, si bien en cuanto se tocaron las campanas que anunciaban la hora de la traslación los vecinos de los pueblos inmediatos acudieron prontamente y no se pudo evitar que se improvisaran algunos festejos, prueba del entusiasmo de que todos estaban poseídos.
Para perpetuar la memoria de aquel año de 1683, que en adelante se llamó Año del Milagro, el Ayuntamiento de Segovia acordó pagar de sus fondos el aceite necesario para sostener una lámpara que alumbrase constantemente al Santísimo Cristo de San Justo, y este piadoso acuerdo se conservó en vigor hasta los años 1869 o 70 en que el Municipio segoviano suprimió el mencionado donativo..
Después de aquella fecha memorable (1683), se pidió limosna por los regidores de la ciudad para engrandecer la capilla en el que Sagrado Cristo era venerado, y habiendose reunido la cantidad necesaria para hacer la obra que se proyectó, empezaron enseguida los trabajos y en 1703 quedaron terminados y colocada la imagen en su nuevo trono, celebrándose para solemnizarlo puntosas fiestas que duraron algunos días, costeando la función religiosa del último, el obispo de la diócesis, Mendoza, que ya estaba de regreso de Segovia, después de haber sido uno de los personajes que más influyeron en la corte por aquél tiempo.
EL CRISTO DE LOS GASCONES
Hace algunos siglos, varios gascones y alemanes descubrieron enterrada en una heredad limitrofe entre España y Francia, una imagen de Cristo en el sepulcro y junto a ella una esquila o campanilla, y como eran gente piadosa, cada cual quería llevarsela efigie consigo. Disputaron largo rato sobre a quién le pertenecía, y por fin determinaron conocer la voluntad de Dios, y buscando una yegua la sacron los ojos, la pusieron al cuello la esquila, y cargando sobre el animal la sagrada imagen, decidieron adjudicarla al pais adonde aquélla la condujese, pues entendían que el sitio en que la yegua la dejase, aquel sería el que escogería al Santo Cristo para que se le venerara.
Lo hicieron así, y siguiendo ellos al animal, es lo cierto que después de muchas jornadas, llegaron a Segovia, en donde pasando por la iglesia de San Salvador, entró por la puerto y salió por la otra, siguió caminando la calle abajo y vino a la iglesia de San Justo, que entonces era una ermita, y unos dicen que al llegar a su puerta la yegua se paró y cayò muerta en cuanto fue descargado; pero otros afirman que el animal, entrando en la referida igleisa, se arrodilló junto a un poyo y acostándose hacia él, alli dejó su preciosa carga, y a consecuencia del cansancio producido por el largo viaje. Sea de ello lo que quiera, el hecho es que los gascones y los alemanes que vieron este prodigio, comprendieron que era la voluntad de Dios que quedara allí la mencionada imagen de su divino Hijo.
Aquellos devotos extranjeros que habían acompañado la santa imagen desde lejanas tierras, no quisieron separarse de ella, y para guardarla se quedaron en Segovia; los gasgones se retiraron a vivir por bajo de la iglesia de San Justo, hacia el Azoguejo, y por eso se llama el sitio donde habitaron, calle de los Gascones, nombre que aún hoy se conserva, aunque algo alterado, pues en la actualidad se llama calle de Gascos, y porque los alemanes se apostaron a vivir a la otra parte de la iglesia, cerca de un arroyo que allí próximo había, se llamó a éste, el arroyo alemán.
La esquila o campana que trajo al cuello la yegua, dice Lorenzo Calvete, que se puso en la torre de la iglesia de San Justo… y aunque se ha quebrado varias veces, se le ha añadidod metal de campana, por lo que ha agrandado su tamaño, y era tradición muy corriente entre nuestros mayores, que cuando alguna mujer estaba próxima a ser madre, y la campana de San Justo tocaba a parto, hacía Dios que la parturiente siempre diera a luz con toda felicidad.
En la citada iglesia de San Justo se conserva y venera desde aquellos tiempos el Santo Cristo en el sepulcro, en capilla particular a cargo de una devota Esclavitud, que cuida de su culto y le saca en procesión la tarde de Viernes Santo, seguido por niños vestidos con túnicas que llevan los atributos de la Pasión, yendo escoltados por varios de los cofrades armados de coraza, casco y pica, en memoria de los gascones y alemanes que vinieron acompñándole hasta el lugar donde hoy se encuentra.
Pero el lugar donde en un principio de dio culto a tan venerable imagen, era una capilla de pequeñas proporciones, y en ampliarla y mejorarla se gastó su patrimonio en el año 1066 D. Juan Velez de Arcaya, dando asì una prueba de su devoción hacia la efigie del Redendor de los hombres, a la que Segovia debe tantos beneficios.
Fue uno de èstos el dispensado en 1666, en ocasión de que el sacristán de San Justo estaba tocando a nublado, del que se desprendió un rayo cayendo en la torre sin hacer daño alguno al sacristán y yendo a parar a una oficina de cabestrería que había por bajo y al Norte de dicha iglesia, en donde en lo antiguo hubo un templo o palacio llamado Casa de las plagas, situado en el terreno denominado Huerta perdida, huertas que con otras de San Lorenzo fueron formadas por los gascones y alemanes que acompañaron al Santo Cristo desde la Gascuña, adonde habia sido llevado para ocultarle cuando ocurrió en España la invasión musulmana.
Para concluir diremos algo de lo que ocurrió el famoso año llamado en la localidad Año del milagro.
En 1683, la provincia de Segovia estaba afligida por una gran sequía, y para implorar del Cristo el agua apetecida, el domingo de Ramos bajaron en rogativa a su capilla de la iglesia de San Justo los huesos de San Frutos y sus hermanos San Valentín y Santa Engracia, sin que se consiguiera la tan deseada lluvia. Fue sacada el Viernes Santo siguiente la venerada imagen en procesión según se acostumbraba todos los años, y al quererla sacar de la catedral, adonde la habian llevado, para volverla a su capilla, empezó a llover, con gran júbilo de todos, que dieron gracias al Santo Cristo que les proporcionaba tan singular beneficio. Por tres veces intentaron sacar la bendita imagen de la catedral y otras tantas lo impidió la abundante lluvia que caía con alegría general de los segovianos, que decidieron colocar al Cristo en la capilla del Sepulcro, en donde estuvo dieciséis dias, siendo visitado por las corporaciones y el vecindario de la ciudad y sus inmediaciones, que agradecidos, acordonaron bajarle a su capilla con la misma solemnidad que se baja a su santiario a la Virgen de la Fuencisla; pero el dia señalado para la traslación, se levantó un huracán que obligó a suspender la fiesta para el dia siguiente, mas habiéndose promovido una fuerte tormenta, hubo que despedir a los pueblos que habian acudido para acompañar la imagen en su bajada y se comprendió que era la voluntad del Santo Cristo que no se hiceran manifestaciones públi9cas, y el primer dia que se presentó serno, se organizó una procesión con los vecinos de la ciudad y fue llevado el Santo Cristo a su capilla, si bien en cuanto se tocaron las campanas que anunciaban la hora de la traslación los vecinos de los pueblos inmediatos acudieron prontamente y no se pudo evitar que se improvisaran algunos festejos, prueba del entusiasmo de que todos estaban poseídos.
Para perpetuar la memoria de aquel año de 1683, que en adelante se llamó Año del Milagro, el Ayuntamiento de Segovia acordó pagar de sus fondos el aceite necesario para sostener una lámpara que alumbrase constantemente al Santísimo Cristo de San Justo, y este piadoso acuerdo se conservó en vigor hasta los años 1869 o 70 en que el Municipio segoviano suprimió el mencionado donativo..
Después de aquella fecha memorable (1683), se pidió limosna por los regidores de la ciudad para engrandecer la capilla en el que Sagrado Cristo era venerado, y habiendose reunido la cantidad necesaria para hacer la obra que se proyectó, empezaron enseguida los trabajos y en 1703 quedaron terminados y colocada la imagen en su nuevo trono, celebrándose para solemnizarlo puntosas fiestas que duraron algunos días, costeando la función religiosa del último, el obispo de la diócesis, Mendoza, que ya estaba de regreso de Segovia, después de haber sido uno de los personajes que más influyeron en la corte por aquél tiempo.