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Castillos de Segovia

Castillo de Turégano

Lo que podemos ver y admirar hoy – lo que, sobre el cerro del altozano sirve de juego a los niños, entretenimiento a los turistas, motivo estético a los aprendices de artista y fondo pictórico a la plaza mayor de la villa, todo eso, y sólo eso, es el actual castillo de Turégano. Bien mirado: el desmantelamiento y apeo de las partes ruinosas que, desde el siglo XVI hasta nuestros días, se ha venido sucediendo para retardar en lo posible el diálogo inevitable del monumento con su natural ocaso de destrucción y ruina. Aparte de las variaciones propias del deterioro normal de cuatrocientos años de abandono, al actual castillo le falta una parte del cuerpo central de su fábrica, es decir, la triple cámara que estaba superpuesta sobre las tres naves de la iglesia de San Miguel, cuya cubierta superior cerraba el hoy espacio abierto encajado entre los seis cubos cilíndricos, la torre del homenaje y las torres laterales que forman cuerpo único y singular con la del homenaje, las conocidas en la población como “fuertes pequeñas”.

En el documento de “tasación e averiguación” de los reparos que eran necesarios en el castillo en el año 1549 se precisó que de la herencia de don Diego de Rivera sería necesario detraer 167.484 maravedíes y 5 ducados para rehabilitar en su totalidad los desperfectos del castillo. Eso en pleno siglo XVI, es decir, a los pocos años de su más importante “reconstrucción y refortificación”, o sea, cuando estaba prácticamente nueva la fortaleza.

En la época de Carlos III, cuando la primera desamortización, el castillo de Turégano pasó a depender de la Corona, aunque poco después fuera restituido a la Mitra Segoviana, a quien continúa perteneciendo, si bien sus obispos perdieron entonces la dignidad del Señorío, que conservan sólo horificamente. A propuesta del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el castillo de Turégano fue declarado Monumento Naciona. (ahora, Monumento Histórico Artístico) perteneciente al tesoro Artístico Nacional, el 3 de Junio del año 1931 (Gaceta del dia 4), es decir, a las pocas semanas de proclamarse la II República Española. Con este motivo, se realizaron en el interior de la iglesia de San Miguel pequeñas obras de limieza de encalados, yesos y pinturas, y se descubrió, aunque con obra muy rudimentariamente acabada, la puerta principal del templo, apartando un lienzo de piedra del muro oeste en donde se apoyaba el coro o tribuna con el órgano.

El Decreto de 22 de Abril de 1949 coloca a todos los castillos españoles bajo la protección del Estado, prohibe alterar su carácter o destruirlos adrede, y hace responsables a los ayuntamientos de los daños que sufran. No pueden destruirse legalmente, pero ¿cómo evitar la ruina espontánea que nace de tantos siglos de abandono y desidia?