Luz ahora: 0,11733 €/kWh

REMONDO: Tradiciones Segovianas...

Tradiciones Segovianas

LA MUERTE Y LA VIDA

Apenas empezó en Segovia el movimiento de las Comunidades, cuando D. Diego de Cabrera, hermano del Conde de Chinchón (contra el que el estaba muy excitado el pueblo por las concesiones que la Reina Católica hizo a su madre la Marquesa de Moya y que fueron confirmadas por el Emperador), se retiró al Alcázar con varios caballeros y gente de su servicio para defenderle de los Comuneros, que queriendo apoderarse de él, le sitiarion impidiendo que entraran víveres y otros auxilios a los cercados. Defendíanse éstos con gran arrojo, ayudados por Rodrigo de Luna, alcaide de la torre de la Igelsia Catedral, que estaba próxima a aquella fortaleza, y el pueblo enfurecido, intentó varias veces el asalto, aunque sin resultado.
Creían los sitiadores que los del Alcázar tenían provisiones para muchos dias, y así era en efecto, porque algunos de la ciudad se las llevaban secretamente, aunque con gran peligro, por la mucha vigilancia de los comuneros.
Ocurrió que un noble llamado Diego de Riofrío, envió a un criado de los que dedicaba a la labranza para que arara una tierra que poseía detrás del Alcázar, los sitiados, que observaban lo que pasaba en el contorno, mandaron salir por un postigo a veinte o treinta de los que le defendían y apoderándose del mozo y de los bueyes los metieron en la fortaleza.
No pasó desapercibida esta operación a los sitiadores y corriendo de unos en otros la noticia, se juntaron los más revoltosos, cuyo número fue engrosando por momentos, y con ademanes descompuestos se dirigieron al Mercado donde estaba la casa de Diego de Riofrio, quien al saber lo acontecido, salió para disculparse, lamentándose de que los unos le hubieran quitado los bueyes y los otros se amotinaran contra él. Pero la excusa no era de gran fuerza, pues había la sospecha de que estaba en inteligencia con los partidarios del Conde de Chinchón, y esto parecía indicarlos el haberse llevado aquellos también el yuguero. Sin atender más razones, unos pidieron a grandes voces la muerte de Diego de Riofrío, por considerarle traidor a la causa de la Comunidad, mientras algunos decían que debía ser oído, por lo que otros propuesieron que se le encarcelara. Prevaleció esta última opinión y le llevaron hacia la cárcel, promoviendo durante el camino confusa gritería, cuando al pasar por la calle del Berrocal, atraída por las voces que daban, salió una vieja a una ventana, y enterada de lo ocurrido, les dijo:
¿Por qué no le lleváis a la horca en vez de a la cárcel?, Si lo hacéis por falta de soga, ahí la tenéis, y apenas pronunció estas palabras, les arrojó una soga desde la ventana.
Al oír ésto el pueblo, estuvo a pique de volver a la hora el desventurado caballero, pero algunos bien intencionados lograron disuadirles de ello, y adelantándose para que estuviera abierta la cárcel, consiguieron de este modo librarle de una muerte cierta, siendo encerrado en la prisión, en donde permaneció hasta que pasaron aquellos disturbios.
En memoria de lo sucedido, la calle del Berrocal se llamó desde entonces calle de la Muerte y la Vida y en la ventana adonde se asomó aquella vieja malvada, se tallaron unas grotescas figuras que recordaban el hecho, y allí estuvieron hasta que el año 1866, al demoler la casa en la que se encontraban, pasaron al Museo Provincial de Segovia, donde se conservan en la actualidad.
(Gabriel Maria Vergara)