Que la Santísima Trinidad está presente en este foro es obvio. Eso sí, le sobra lo de “Santísima”. Es una versión pagana, cibernética, con varios dioses, cada uno con sus personas. Personas que se intercambian entre sí pero que todas son manifestaciones del mismo “dios”, cuya cobardía le impide manifestarse como es y las utiliza, poniéndolas por delante de modo alternativo, según aconseje la ocasión: la versión más educada, la más cutre o la más obscena.
Estos dioses, y sus particulares trinidades, se creen omnímodos, como le corresponde a un dios que se precie. Aunque tengan que manifestarse utilizando medios informáticos, muy terrenales ellos. Aunque carezcan del don de la ubicuidad y utilicen estos medios durante su tiempo de trabajo, contraviniendo así leyes y normas humanas, que bien deben conocerlas. Aunque así se arriesguen, no a castigos eternos propiciados por la ira divina, sino a sanciones laborales, propias de las imperfectas leyes humanas que han prometido cumplir.
Pero estos dioses y sus versiones trinitarias son conocidos por todos, también por la policía. Sus trinidades no son nada misteriosas: están en la zona más sucia, embarrada y maloliente de este mundo efímero (también les afecta, aunque se crean inmortales) y quienes se cruzan con ellos los conocen. Eluden su contacto, para no contaminarse, aunque en ocasiones puedan fingir que los adoran, sólo para evitar su ira inmediata y sus posibles agresiones físicas, dado que nunca han sido poseedores del rayo de Zeus. Hasta que ya no aguanten más, los hagan pedazos tirándolos de su pedestal y queden reducidos a lo que siempre han sido: seres, con nombre y apellidos, nada divinos.
Estos dioses, y sus particulares trinidades, se creen omnímodos, como le corresponde a un dios que se precie. Aunque tengan que manifestarse utilizando medios informáticos, muy terrenales ellos. Aunque carezcan del don de la ubicuidad y utilicen estos medios durante su tiempo de trabajo, contraviniendo así leyes y normas humanas, que bien deben conocerlas. Aunque así se arriesguen, no a castigos eternos propiciados por la ira divina, sino a sanciones laborales, propias de las imperfectas leyes humanas que han prometido cumplir.
Pero estos dioses y sus versiones trinitarias son conocidos por todos, también por la policía. Sus trinidades no son nada misteriosas: están en la zona más sucia, embarrada y maloliente de este mundo efímero (también les afecta, aunque se crean inmortales) y quienes se cruzan con ellos los conocen. Eluden su contacto, para no contaminarse, aunque en ocasiones puedan fingir que los adoran, sólo para evitar su ira inmediata y sus posibles agresiones físicas, dado que nunca han sido poseedores del rayo de Zeus. Hasta que ya no aguanten más, los hagan pedazos tirándolos de su pedestal y queden reducidos a lo que siempre han sido: seres, con nombre y apellidos, nada divinos.