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Lógicamente, los entierros de antaño eran bien diferentes a los de ahora. La costumbre de dar caridad a los pobres ese día (tradición que se denominaba “hospedanco”) consistía en repartir pan, vino y bacalao a los mendigos que por aquí pasaban, pero también a los forasteros que hubieran asistido a los actos. Y, además del riguroso luto, se colocaba encima de la sepultura un “bodigo” (una hogaza de pan).

¿Y cuánto tiempo ha pasado desde que se hacía todo esto? Poco tiempo, mucho menos de lo que...