Hablar con los mayores de la época de su juventud supone descubrir una vida muy distinta de la actual, plagada de rituales mil veces repetidos, durante siglos y siglos. Recuerdan aquellos tiempos en los que las mujeres, hacían ofrecimientos a la Virgen del Rosario para que su gestación tuviera feliz fin. Luego, guardaban la cuarentena, hasta que llegaba la misa de la purificación. Para que los niños echaran bien los dientes se recurría a la Virgen del Amparo. Y, en caso de enfermedad grave, había que llevar un mechón de pelo a la Virgen de la Peña. Se creía entonces en el mal de ojo y, para proteger a los más pequeños de él, era obligado la nómina o lómina, que de las dos formas se llamaba, en el cuello.