Sin duda, el chapitel era la parte más vulnerable debido a la ausencia de sistemas de conducción, lo que les convertía en polos de atracción a la caída de rayos. Durante los siglos XV y XVI otras
torres como la de la
Catedral de Durham, el chapitel central de la Catedral de Amiens o el antiguo chapitel de la Catedral de
San Pablo fueron alcanzados y destruidos por los rayos.