En tiempos visigodos el lugar vuelve a ser poblado y de ello ha quedado algún vestigio en la iglesia románica de El Salvador. Después de la ocupación árabe y ya en el siglo XI, el lugar vuelve a ser repoblado por el conde Sancho García, el cual la concederá fueros, que posteriormente confirmaría el rey Alfonso VI. A partir de entonces comienza una intensa vida histórica, dada la estratégica situación de la villa. De ese tiempo todavía se conserva parte de su castillo, convertido en Casa Consistorial en el siglo XVIII, y las murallas del siglo XII que encerraban a su antiguo burgo, junto con algunas de sus puertas, de las que llegó a tener siete: Puerta de la Fuerza, Arco de la Villa, El Azogue, del Río y Ecce-Homo.