aunque parezca insignificante, en esta
esquina, junto a la
carretera, en los años, 30,40,50 y aun sesenta, todos los chavales del
pueblo a las siete de la tarde se bajaba a esperar el
coche de línea del Gutiérrez de Aranda, que venía de
Segovia con la correspondencia, el
correo recibía su cartera
gigante y todos íbamos a su
casa a por la correspondencia, por lo cual le evitábamos el reparto. que tiempos aquellos, no existía el frío.