TORREGUTIERREZ: LA VIRGEN DE PIEDRA...

LA VIRGEN DE PIEDRA
Entre las obras que decoraban el sutuoso convento del Parral, figuraba una imagen de Maria, Nuestra Señora, labrada en piedra blanca de la cantera de Madrona, por el celebrado antifice Sebastián de Almonacid, vecino ce Torrijos, que a fines del siglo XV hizo también otras esculturas, entre ellas doce apóstoles de busdto, de gran tamaño, que se colocaron en las seis ventanas de la capilla mayor de la iglesia de aquél famoso monasterio.
Se esmeró el artista con singular deleite en la confección de la imagen de la Madre de Dios y produjo una obra de sin igual hermosura, tan bien concluída, que se podían apreciar en ella hasta los más pequeños detalles. Fue colocada esta escultura en el centro de las dos puertas que dan acceso al templo, y allí permaneció, siendo objeto de especial veneración entre los fieles que la daban culto bajo la advocación de Nuestra Señora del Parral.
A mediados del siglo XVI ocurrió un hecho extraño del que no dan cuenta Colmenares ni otros de los escritores que tratan de las cosas de Segovia, y si hay algunos que lo mencionan, se apartan al referirlo de lo verdadero, exornando la relación con poéticos detalles.
En los comienzos del año 1543, una de las mañanas en que segun costumbre los fieles que habitaban en las cercanías del monasterio del Parral, se dirigían a oir misa en su monumental iglesia, obervaron con gran espanto, que la imagen de Nuestra Señora que estaba colocada sobre las dos puertas que dan entrada a aquel templo, se hallaba bárbaramente mutilada, pues habia sido decapitada, sin que se notran huellas que indicasen los autores de tan sacrílego atentatdo.
En vano los frailes a penas conocieron el hecho realizaron indagaciones para averiguar los culpables, y fueron también inútiles las pesquisas practicadas por la Inquisición, que en cuanto supo aquel desacato envió a Segovia al licenciado Vaca, con encargo especial de que sacase informaciones para conocer y castigar severamente a los que hubieran ejecutado aquel inaudito atropello.
Pero fuerto estériles las diligencias de la Comunidad del Parral y las del Santo Oficio, no obstante el interés que D Felipe, Principe de Asturias (despues Rey con el nombre de Felipe II), manifestó porque se hallaran los culpables, según consta en una carta (esta carta se conservaba original en el archivo del Monasterios del Parral), que escribió desde Valladolid con fecha 21 de Junio de 1543 a Alvaro de Lugo, Corregidor de Segovia, particpándole que el Inquisidor general habia designado al ya citado Vaca para que hiciese pesquisas y encargandole que le ayudara al descubrimiento del hecho.
Los criminales que habian mutilado la artistica imagen de Nuestra Señora del Parral, no aparecieron por parte alguna, ni se pudieron sabler los móviles que les impulsaron a cometer aquel inexplicable atentado. El proceso que principió a instruirse no se terminó, y entre el vulgo circularon diferentes versiones acerca de aquella misteriosa profanación, no faltando quien la atribuyó a obra del diablo, ni tampoco quien creyera que los protestantes no eran del todo ajenos a aquel sacrilegio, pero estas eran suposiciones sin fundamento, porque se carecía aún de indicios en que apoyar todo lo que se dijo entonces de aquel suceso extraordinario, que todavía no ha sido aclarado, como fuera de desear -

(Gabriel Maria Vergara Martin)