La ermita de San Frutos
Ermita de San Frutos El más sencillo recorrido a pie por las Hoces del Duratón se inicia en la explanada de tierra donde termina el camino de Villaseca.
Desde allí hay que encaminarse en dirección al espolón rocoso, rodeado de precipicios, sobre el que se alza la ermita de San Frutos. Tras cruzar por un puente de piedra y una profunda grieta, llamada La Cuchillada, se asciende al antiguo cenobio benedictino.
Después de contemplar esta construcción románica del siglo XII, se puede continuar hacia su cercano cementerio, donde se conservan varias tumbas antropomórficas altomedievales.
A la izquierda del mismo nace una rústica escalera tallada en la roca que seguramente serviría a los primitivos ermitaños para bajar hasta un río que, en la actualidad, está regulado por el pequeño embalse de Burgomillodo.
Ermita de San Frutos El más sencillo recorrido a pie por las Hoces del Duratón se inicia en la explanada de tierra donde termina el camino de Villaseca.
Desde allí hay que encaminarse en dirección al espolón rocoso, rodeado de precipicios, sobre el que se alza la ermita de San Frutos. Tras cruzar por un puente de piedra y una profunda grieta, llamada La Cuchillada, se asciende al antiguo cenobio benedictino.
Después de contemplar esta construcción románica del siglo XII, se puede continuar hacia su cercano cementerio, donde se conservan varias tumbas antropomórficas altomedievales.
A la izquierda del mismo nace una rústica escalera tallada en la roca que seguramente serviría a los primitivos ermitaños para bajar hasta un río que, en la actualidad, está regulado por el pequeño embalse de Burgomillodo.