Ayuntamiento:
TRES ERMITAS EN ABION
Abión tiene una hermosa iglesia que es el orgullo de todos los que nos sentimos del pueblo o de aquellos que están muy relacionados con él. Tampoco hemos de exagerar: Es grande y hermosa en relación con el tamaño del pueblo y nos parece mentira que en tiempos pasados en los que suponemos que la penuria era la nota dominante de toda la sociedad, se llegara a la construcción de tan magnífico templo, con un también magnífico retablo.
A los pies de la iglesia se levanta una airosa torre de planta cuadrada, cuya esbeltez resalta un gracioso chapitel que la corona. Está dotada de cuatro hermosas campanas que en otros tiempos sonaban a gloria cuando los mozos o menos mozos las hacían sonar a bando todas a un tiempo.
Pero mi intención más que de hablar de la iglesia, era la de hablar de que además en las afueras del pueblo quedan unos restos, hoy protegidos por obras recientes, para que no se deterioren más, de una ermita que estuvo y aún la consideramos hoy, dedicada a nuestra Señora de la Soledad, cuya imagen está en la iglesia parroquial, y es la imagen que desde niños identificamos en el fondo de nuestro ser como de nuestra Virgen.
LAS TRES ERMITAS
Y más cierto que lo de las siete iglesias, es que en el término municipal hubo otras tres ermitas muy cerca cada una de las otras. Hay restos, que pueden probar lo que escribo, de dos de ellas y de la tercera, si hay restos, no se conocen.
Una de ellas estaba dedicada a San Miguel Arcángel. Hay en la iglesia parroquial un cuadro de este Santo Ángel que quizá era el que formaba el retablo de la ermita. Esta ermita estaba ubicada en el paraje que lleva su nombre. Se puede encontrar fácilmente pues se puede observar la línea de sus cimientos: Por el camino de Ledesma, después de pasar el antiguo lavadero, antes de traspasar la loma que da vista al pueblo de Ledesma, a unos doscientos metros a la izquierda de este camino y sobre esta loma.
Otra ermita era la de nuestra Señora del Rosario, asentada sobre el cerro de su nombre, Cerro del Rosario, de la que no hay restos y que estaría sobre una colina a la izquierda del camino de Gómara y a unos doscientos metros también y al oeste, de la ermita de San Miguel.
Y siguiendo desde aquí hacia Gómara, a no más de 400 metros, y al lado derecho del camino, a menos de 100 metros del mismo, sobre un montículo, con abundantes restos de construcción, otra ermita: La de nuestra Señora de los Villares.
De esta ermita, la puerta o puertas se hallaban en el pueblo abriendo o cerrando la entrada a un corral próximo a la Fuente Nueva. Nuestros padres nos contaron este dato y el que suscribe puede decir que en los últimos tiempos de su mantenimiento en pié se acercó a ella y se fijó en la cerradura que puede describir como propia de tiempos anteriores y producto de un herrero de pueblo, con algunas incisiones como adorno. Y reconocido el derrumbe de las puertas y del corral, algún tiempo después quiso recuperar aquella cerradura, pero ya no la encontró.
Esta ermita era común a Abión y Ledesma y en alguna época del año (me imagino la primavera, quizá el mes de mayo) los dos pueblos se acercaban a dicha ermita en romería a celebrar su fiesta.
Madrid 30 de noviembre de 2008
Abión tiene una hermosa iglesia que es el orgullo de todos los que nos sentimos del pueblo o de aquellos que están muy relacionados con él. Tampoco hemos de exagerar: Es grande y hermosa en relación con el tamaño del pueblo y nos parece mentira que en tiempos pasados en los que suponemos que la penuria era la nota dominante de toda la sociedad, se llegara a la construcción de tan magnífico templo, con un también magnífico retablo.
A los pies de la iglesia se levanta una airosa torre de planta cuadrada, cuya esbeltez resalta un gracioso chapitel que la corona. Está dotada de cuatro hermosas campanas que en otros tiempos sonaban a gloria cuando los mozos o menos mozos las hacían sonar a bando todas a un tiempo.
Pero mi intención más que de hablar de la iglesia, era la de hablar de que además en las afueras del pueblo quedan unos restos, hoy protegidos por obras recientes, para que no se deterioren más, de una ermita que estuvo y aún la consideramos hoy, dedicada a nuestra Señora de la Soledad, cuya imagen está en la iglesia parroquial, y es la imagen que desde niños identificamos en el fondo de nuestro ser como de nuestra Virgen.
LAS TRES ERMITAS
Y más cierto que lo de las siete iglesias, es que en el término municipal hubo otras tres ermitas muy cerca cada una de las otras. Hay restos, que pueden probar lo que escribo, de dos de ellas y de la tercera, si hay restos, no se conocen.
Una de ellas estaba dedicada a San Miguel Arcángel. Hay en la iglesia parroquial un cuadro de este Santo Ángel que quizá era el que formaba el retablo de la ermita. Esta ermita estaba ubicada en el paraje que lleva su nombre. Se puede encontrar fácilmente pues se puede observar la línea de sus cimientos: Por el camino de Ledesma, después de pasar el antiguo lavadero, antes de traspasar la loma que da vista al pueblo de Ledesma, a unos doscientos metros a la izquierda de este camino y sobre esta loma.
Otra ermita era la de nuestra Señora del Rosario, asentada sobre el cerro de su nombre, Cerro del Rosario, de la que no hay restos y que estaría sobre una colina a la izquierda del camino de Gómara y a unos doscientos metros también y al oeste, de la ermita de San Miguel.
Y siguiendo desde aquí hacia Gómara, a no más de 400 metros, y al lado derecho del camino, a menos de 100 metros del mismo, sobre un montículo, con abundantes restos de construcción, otra ermita: La de nuestra Señora de los Villares.
De esta ermita, la puerta o puertas se hallaban en el pueblo abriendo o cerrando la entrada a un corral próximo a la Fuente Nueva. Nuestros padres nos contaron este dato y el que suscribe puede decir que en los últimos tiempos de su mantenimiento en pié se acercó a ella y se fijó en la cerradura que puede describir como propia de tiempos anteriores y producto de un herrero de pueblo, con algunas incisiones como adorno. Y reconocido el derrumbe de las puertas y del corral, algún tiempo después quiso recuperar aquella cerradura, pero ya no la encontró.
Esta ermita era común a Abión y Ledesma y en alguna época del año (me imagino la primavera, quizá el mes de mayo) los dos pueblos se acercaban a dicha ermita en romería a celebrar su fiesta.
Madrid 30 de noviembre de 2008