ABION: Es difícil tener perspectiva mientras aún puedes recordar...

Es difícil tener perspectiva mientras aún puedes recordar el olor de las sábanas y el calor de la leña crujiente. Necesitas alejarte con el firme convencimiento de que el destino de tu viaje no es otro que el inicio de ti mismo. Tu propio origen.

Sabes que viajas por ella y por todos los que fueron tú antes que tú mismo. Ella se está desvaneciendo, poco a poco, lejos de allí, pero sabes que su final no te hace daño, solo apremia tu paso.

Quieres recuperar por ella aquellos lugares de Soria que la envolvieron en otro tiempo, los pueblos olvidados por los mapas que no existieron, las calles de tierra que pisó, la plaza que albergó sus juegos de niña y hasta la casa que cobijó sus noches de moza rebelde.

Te imaginas descubriendo una huella inequívoca en el prado, una risa olvidada en una esquina o, con un poco de suerte, un susurro adherido a una ventana vacía.

Imaginas también a la niña, perdida en un mar de espigas, espoleando mulas. Imaginas las limpias tardes en el pinar y dejas que la frescura de su sombra acaricie tu piel y el aire llene tu pecho de una dolorosa pureza.

Y al anochecer le preguntas al Moncayo si se acuerda de ella. Le interrogas si sabe cual era su casa. Le imploras si llegó a conocer sus sueños. Y aunque no te contesta permaneces en silencio, paralizado, durante toda una eternidad, rendido ante su imponente y blanca presencia.

Y por fin sabes que has llegado al final del viaje cuando algo dentro de ti te dice que ella también estuvo allí, de pié, hablando con las montañas, confiándoles sus anhelos de volar un día sobre la nieve de sus cumbres, muy lejos..., para encontrarte a ti y a tus hermanos.

Y en la noche suena un aleluya meciendo el dulce sueño de una niña de Abión.

Viernes, 3 de julio. Ya, y para siempre, descansa en paz Clemencia.