Hace 26 años que no vivo una traca. Jesús baja por la plaza y los fuegos artificiales Le honran en toda su plenitud. Para un creyente es impresionante, le hace a uno vibrar, incluso lejos en la distancia y en el tiempo. La plaza es un hervidero de gente. El resto del pueblo se vacía. La soledad del rio facilita esta visión que ha aptado el fotógrafo: la plaza es el punto de unión de Jesús Nazareno y los adnamantinos. Todo queda en el centro, rodeado por la tradición, nuestra historia.