BARAHONA: LA NIEBLA FUE SU CASTIGO...

LA NIEBLA FUE SU CASTIGO
Aquella noche de niebla, no muy lejos de la Ribera del Duero, marco la vida de aquel hombre labrador y cazador, que toda su vida intento ser caballero. Aunque el destino le marcaba para seguir su rumbo de hombre decidido nocturno y aventurero. Eran sobre las diez de la noche, de un día del mes de enero, cuando cabalgaba camino de su pueblo, venia de hacer compras de un pueblo mayor que el suyo, cuando de repente sintió el aullido de perros salvajes, que le salieron al encuentro, intento con su caballo salir corriendo, y en un principio el galopar de su caballería, parecía tener distancia de aquellos perros salvajes, pero el caballo estaba cansado del camino, y termino por dar de coces aquellos animales que les perseguían, aunque el resultado fuera nefasto, el hombre aquel termino por apearse de su caballería y con su escopeta de caza, empezar a disparar sobre los bultos de los animales, ya que la niebla y la oscuridad, le hacían imposible el poder acertar en sus cuerpos, así estuvo caminando con la escopeta de caza en sus manos, durante bastante tiempo, sin saber si había terminado con sus agresores perros, que seguramente terminaron muertos o heridos por los cartuchos de perdigones que disparo. El caballo que estaba acostumbrado a ir de caza, no le asusto el mal trago que su dueño acababa de pasar. No había pasado ni dos kilómetros del camino, cuando unos ruidos brutales con disparos incluidos, se dejaron oír cerca de donde el caminaba, paro su caballo y se quedo escuchando lo que se oía no muy lejos de allí, La niebla fría y heladora, le estaban poniendo sus cejas llenas de escarcha, y el miedo le hicieron buscar los cartuchos que le quedaban en sus alforjas, entonces se dio cuenta, que la munición se le había terminado, en su lucha con los perros, el miedo empezó a rondarle por la cabeza, en aquellos lugares donde caminaba a pie, con las bridas de su caballo en la mano, le resultaban trágicos y fatales, se había comentado que por aquella zona, habían sido asesinadas algunas personas en alguna guerra no muy lejana, sus pies les notaba helados, sus manos le tiritaban sin parar, y sus ojos le empezaban a llorar sin saber si de frío o de miedo, pero continuo su caminar tratando de escuchar los sonidos, que le daban terror, de pronto sintió, como unas voces gritaban “asesinos”, y de nuevo parecía estar mucho más cerca que antes, tuvo un momento que pensó el regresar hasta aquel pueblo donde realizo sus compras, pero la distancia era bastante larga ya recorrida, el caballo empezó a relinchar con fuerza, y la niebla se hacía mucho más densa, ninguna señal de vida normal tenía alrededor, aunque de nuevo sintió como si fuera una repetición, las mismas frases y los mismos disparos, por un momento quiso subir a su caballo, pero el miedo que sentía se lo impedía, y mirando hacia todas partes de aquella carretera comarcal nada transitada en la noche, le daban los más grandes horrores vividos, durante un par de kilómetros siguió escuchando las balas y los gritos, siempre los mismos, llego a pensar, no sería algo que pasó y quedo registrado en algún objeto, que serviría de archivador de ruidos. De pronto en su camino, se ilumino una luz entre la niebla, quería acercarse hacia aquel lugar, donde pensó en algún ser humano vivo, pero se equivocaba, solo pudo ver como un alma en pena, en silencio, caminaba cruzando aquella terrible carretera, sin saber que hacer, muerto de miedo y terror, continuo sin saber si lo que estaba viviendo si era normal, o que las animas del purgatorio, estaban saliendo de sus lugares de enterramiento, para pedir cuentas de aquel pasado turbulento, o solo era su imaginación de hombre aventurero, que le gusto la noche, hasta ese penoso día de niebla, que le marcaria para siempre su vida. G X Cantalapiedra.