CUENTAN LAS VIEJAS LEYENDAS DE AQUELLA BRUJA ENCANTADA
Corrían los años de mil quinientos veinticinco, cuando en aquella localidad, el señor marques, dueño de tierras y demás seres, se llego a encaprichar, de una joven mujer descendiente de una familia judía conversa, y intento comprarla para su diversión, aunque el padre de la joven de oficio carpintero, no acepto dicho capricho del señor de aquellos territorios. El marqués amenazo a toda la familia con denunciarlos a los inquisidores de turno, y al ver que ni por esas se doblegaban a sus vicios, les denuncio, como que aquella joven era una bruja, aunque de verdad era una mujer demasiado bella, y el marqués un viejo baboso que hacía que su voluntad se convirtiera en una orden casi de muerte. No tardo la inquisición en apresarla, y llevarla a la cárcel de Sigüenza, donde sin tardar muchas horas, el entonces jefe de prisiones se quedo perplejo, al ver tan guapa mujer y encima con modales de ser una señorita educada. Sin pensárselo dos veces la propuso, salir de aquella prisión, escapándose con él hacía un país extranjero, cosa que no tardaron mucho tiempo en iniciar, ya que sin perder tiempo, preparó dos caballos el jefe de prisiones, para con ellos comenzar su singladura, los dos recién enamorados, huyendo de toda la inquisición, y además de los guardias reales, que les empezaron a seguir, por el camino que se dirige a Francia, y en las proximidades de Roncesvalles, en Navarra les dieron alcance, y al jefe de prisiones lo ejecutaron, luego una vez la joven de nuevo echa prisionera, sin a ver cometido nada que fuera subversivo, tuvo que regresar a la cárcel de Sigüenza, el marqués se sentía dichoso de ver como aquella mujer tan bella, volvía a estar en las manos de la inquisición, y con ello el poder verla arder en la hoguera, por no a ver aceptado sus caprichos de pernada, y sus vicios babosos, de hombre sucio y repugnante. Todo aquello parecía lo más normal en aquella época de injusticias y de persecuciones, solo por no dejarse humillar por los caciques de turno de cualquier localidad, Las celdas de aquellas penosas cárceles, eran terribles, la comida apenas les podía quitar el hambre, y las palizas eran un continuo cada día, aunque de nuevo el siguiente jefe de prisiones, se fijo en aquella mujer que despertaba pasiones, y que sin pensarlo mucho en su propia celda, entablo con ella una amistad verdadera, al conocer todo su itinerario, desde que el marqués intentara abusar de ella sexualmente, pero este jefe de prisiones, habiendo conocido el final de su anterior cargo, lo pensó mucho más tranquilo y sereno, y abandono la cárcel dejando a un suplente nuevo, que no conocía ninguna historia pasada, y que así no podía enterarse de la falta de aquella mujer en su celda, ya que en sus listas de presas. Con mucho cuidado la tenía eliminada. Sin tardar mucho tiempo, esta vez con un carruaje y ciertos enseres, eligieron el camino de Portugal, donde el jefe de prisiones, había estado visitando aquel país, de guardaespaldas del embajador español en Lisboa, en sus tiempos de joven estudiante, cosa que esta vez parece que les sirvió para evitar su encarcelamiento, El rey Carlos I de España y, V, de Alemania, al enterarse pensó intentar darles una lección de patriotismo y religiosidad, más entendió, que aquellos seres humanos, solo habían buscado el camino de su felicidad, cosa que en aquellos tiempos parecía imposible encontrar. El marqués al enterarse de la fuga de aquella joven hebrea, intento ponerle precio a su capricho, pero la llamada Santa Inquisición, parece que no le continuó su mal rollo, sabiendo que solo por su poca conciencia no era digno de ser respetado, y según cuentan las historias, termino en un árbol ahorcado. G X Cantalapiedra.
Corrían los años de mil quinientos veinticinco, cuando en aquella localidad, el señor marques, dueño de tierras y demás seres, se llego a encaprichar, de una joven mujer descendiente de una familia judía conversa, y intento comprarla para su diversión, aunque el padre de la joven de oficio carpintero, no acepto dicho capricho del señor de aquellos territorios. El marqués amenazo a toda la familia con denunciarlos a los inquisidores de turno, y al ver que ni por esas se doblegaban a sus vicios, les denuncio, como que aquella joven era una bruja, aunque de verdad era una mujer demasiado bella, y el marqués un viejo baboso que hacía que su voluntad se convirtiera en una orden casi de muerte. No tardo la inquisición en apresarla, y llevarla a la cárcel de Sigüenza, donde sin tardar muchas horas, el entonces jefe de prisiones se quedo perplejo, al ver tan guapa mujer y encima con modales de ser una señorita educada. Sin pensárselo dos veces la propuso, salir de aquella prisión, escapándose con él hacía un país extranjero, cosa que no tardaron mucho tiempo en iniciar, ya que sin perder tiempo, preparó dos caballos el jefe de prisiones, para con ellos comenzar su singladura, los dos recién enamorados, huyendo de toda la inquisición, y además de los guardias reales, que les empezaron a seguir, por el camino que se dirige a Francia, y en las proximidades de Roncesvalles, en Navarra les dieron alcance, y al jefe de prisiones lo ejecutaron, luego una vez la joven de nuevo echa prisionera, sin a ver cometido nada que fuera subversivo, tuvo que regresar a la cárcel de Sigüenza, el marqués se sentía dichoso de ver como aquella mujer tan bella, volvía a estar en las manos de la inquisición, y con ello el poder verla arder en la hoguera, por no a ver aceptado sus caprichos de pernada, y sus vicios babosos, de hombre sucio y repugnante. Todo aquello parecía lo más normal en aquella época de injusticias y de persecuciones, solo por no dejarse humillar por los caciques de turno de cualquier localidad, Las celdas de aquellas penosas cárceles, eran terribles, la comida apenas les podía quitar el hambre, y las palizas eran un continuo cada día, aunque de nuevo el siguiente jefe de prisiones, se fijo en aquella mujer que despertaba pasiones, y que sin pensarlo mucho en su propia celda, entablo con ella una amistad verdadera, al conocer todo su itinerario, desde que el marqués intentara abusar de ella sexualmente, pero este jefe de prisiones, habiendo conocido el final de su anterior cargo, lo pensó mucho más tranquilo y sereno, y abandono la cárcel dejando a un suplente nuevo, que no conocía ninguna historia pasada, y que así no podía enterarse de la falta de aquella mujer en su celda, ya que en sus listas de presas. Con mucho cuidado la tenía eliminada. Sin tardar mucho tiempo, esta vez con un carruaje y ciertos enseres, eligieron el camino de Portugal, donde el jefe de prisiones, había estado visitando aquel país, de guardaespaldas del embajador español en Lisboa, en sus tiempos de joven estudiante, cosa que esta vez parece que les sirvió para evitar su encarcelamiento, El rey Carlos I de España y, V, de Alemania, al enterarse pensó intentar darles una lección de patriotismo y religiosidad, más entendió, que aquellos seres humanos, solo habían buscado el camino de su felicidad, cosa que en aquellos tiempos parecía imposible encontrar. El marqués al enterarse de la fuga de aquella joven hebrea, intento ponerle precio a su capricho, pero la llamada Santa Inquisición, parece que no le continuó su mal rollo, sabiendo que solo por su poca conciencia no era digno de ser respetado, y según cuentan las historias, termino en un árbol ahorcado. G X Cantalapiedra.