AQUELLA NOCHE DE TORMENTA
Han pasado bastantes años de aquella noche de tormenta en la carretera de Barahona a Sigüenza. Era el año de 1977, aquel conductor del turismo, SEAT,- 1500, CON MOTOR BARREIROS, C, 60, se marchaba camino de iniciar sus vacaciones, en las tierras de la provincia de Guadalajara. Ya que era a primeros de agosto y aquella noche en la que tan solo le faltaban unos cuantos kilómetros, para llegar a la casa de sus familiares, donde le esperaban su esposa y dos hijos pequeños. Pero que el destino le jugó una mala partida. Más parece que una tormenta se le venía encima sin poder evitarla, y fue entonces donde el motor le cogió aire el sistema de inyección del diésel, llegándose a parar el motor del coche, y en la oscuridad más grande, tuvo que pararse al borde de la cuneta de dicha carretera ya estrecha de por sí. Para evitar cualquier problema de algún otro vehículo que pudiera circular por allí. Los relámpagos se sucedían constantemente, los truenos movían al vehículo con su ruido infernal, y de pronto el agua empezó a caer con tal fuerza, que era temeroso el estar dentro del coche, incluso cayendo algún pedrisco, aquel hombre de unos 40, años, empezó a sentir miedo, además de no poder salir del coche, por la cantidad de agua que le estaba cayendo encima, los rayos y truenos se mezclaban, y las visiones que tenía enfrente del parabrisas, eran tormentosas y delicadas, en aquel fastidioso tramo de carretera, se notaba que nadie aparecida, ya que es una carretera secundaria donde en esa época de verano apenas circulan coches por la noche, tan solo algún conocedor del recorrido, ya que el pueblo de Barahona, es conocido con el sobrenombre de Las Brujas, Aquella noche sobre las dos y media de la madrugada, esperando por si algún vehículo pasara por allí, para poderle pedir ayuda o solicitarle que llamara alguna grúa. En ese tiempo paro de caer agua y granizo, y la soledad de aquel tramo de carretera, le empezó a sacar de quicio, miraba sin salir del coche a la lejanía, y parecía que los fantasmas y otra clase de seres se le venían acercando, eran momentos de desquiciarse, intento hasta poder tocar la bocina del coche, pero no lo hizo, ya que la batería tampoco estaba demasiado cargada, y el calor del verano la ayudaba a quedarse sin carga, estuvo como una hora en la oscuridad más absoluta, sintiendo pesadillas de todas clases, incluida la presencia de un zorro, que con sus ojos reflectantes, llego arrimarse hasta el coche, sin el dar crédito a lo que le estaba pasando, era un lugar como desértico, donde apenas se siembran cereales en algunos trozos de aquel llano. Las horas de la madrugada incluso a principios de agosto eran frías, se ve que la humedad de la tormenta que duro como unas tres horas, refresco el terreno y el páramo aquel se debió de quedar frío. Sin salir del coche para no sentir el relente de la madrugada, y además con los seguros echados en todas las puertas, se encontraba como mucho más tranquilo, dentro de aquella intranquilidad, sin dejar de mirar hacia todos los lados, por si alguien le pudiera estar observando. Se ve que la imaginación y la lectura de algunas historias ocurridas en esas tierras, incluso los sucesos durante la guerra civil, le tuvieron asustado, Barahona era un lugar de culto a la brujería, su confesionario de Las brujas lo hace mucho más reconocible, y aquel hombre hasta bien entrada la mañana no pudo encontrar a nadie que le ayudara, para salir de aquel atolladero infernal… G X Cantalapiedra…
Han pasado bastantes años de aquella noche de tormenta en la carretera de Barahona a Sigüenza. Era el año de 1977, aquel conductor del turismo, SEAT,- 1500, CON MOTOR BARREIROS, C, 60, se marchaba camino de iniciar sus vacaciones, en las tierras de la provincia de Guadalajara. Ya que era a primeros de agosto y aquella noche en la que tan solo le faltaban unos cuantos kilómetros, para llegar a la casa de sus familiares, donde le esperaban su esposa y dos hijos pequeños. Pero que el destino le jugó una mala partida. Más parece que una tormenta se le venía encima sin poder evitarla, y fue entonces donde el motor le cogió aire el sistema de inyección del diésel, llegándose a parar el motor del coche, y en la oscuridad más grande, tuvo que pararse al borde de la cuneta de dicha carretera ya estrecha de por sí. Para evitar cualquier problema de algún otro vehículo que pudiera circular por allí. Los relámpagos se sucedían constantemente, los truenos movían al vehículo con su ruido infernal, y de pronto el agua empezó a caer con tal fuerza, que era temeroso el estar dentro del coche, incluso cayendo algún pedrisco, aquel hombre de unos 40, años, empezó a sentir miedo, además de no poder salir del coche, por la cantidad de agua que le estaba cayendo encima, los rayos y truenos se mezclaban, y las visiones que tenía enfrente del parabrisas, eran tormentosas y delicadas, en aquel fastidioso tramo de carretera, se notaba que nadie aparecida, ya que es una carretera secundaria donde en esa época de verano apenas circulan coches por la noche, tan solo algún conocedor del recorrido, ya que el pueblo de Barahona, es conocido con el sobrenombre de Las Brujas, Aquella noche sobre las dos y media de la madrugada, esperando por si algún vehículo pasara por allí, para poderle pedir ayuda o solicitarle que llamara alguna grúa. En ese tiempo paro de caer agua y granizo, y la soledad de aquel tramo de carretera, le empezó a sacar de quicio, miraba sin salir del coche a la lejanía, y parecía que los fantasmas y otra clase de seres se le venían acercando, eran momentos de desquiciarse, intento hasta poder tocar la bocina del coche, pero no lo hizo, ya que la batería tampoco estaba demasiado cargada, y el calor del verano la ayudaba a quedarse sin carga, estuvo como una hora en la oscuridad más absoluta, sintiendo pesadillas de todas clases, incluida la presencia de un zorro, que con sus ojos reflectantes, llego arrimarse hasta el coche, sin el dar crédito a lo que le estaba pasando, era un lugar como desértico, donde apenas se siembran cereales en algunos trozos de aquel llano. Las horas de la madrugada incluso a principios de agosto eran frías, se ve que la humedad de la tormenta que duro como unas tres horas, refresco el terreno y el páramo aquel se debió de quedar frío. Sin salir del coche para no sentir el relente de la madrugada, y además con los seguros echados en todas las puertas, se encontraba como mucho más tranquilo, dentro de aquella intranquilidad, sin dejar de mirar hacia todos los lados, por si alguien le pudiera estar observando. Se ve que la imaginación y la lectura de algunas historias ocurridas en esas tierras, incluso los sucesos durante la guerra civil, le tuvieron asustado, Barahona era un lugar de culto a la brujería, su confesionario de Las brujas lo hace mucho más reconocible, y aquel hombre hasta bien entrada la mañana no pudo encontrar a nadie que le ayudara, para salir de aquel atolladero infernal… G X Cantalapiedra…