He vuelto a pasar por
Barcones, dando un pequeño rodeo, que cada vez es menos pequeño porque la
carretera de Paredes está cada vez más escarallada, solo por ver los
colores y los calores. El verde había dejado su sitio a esos amarillos infinitos de los
campos de labor, las alpacas creaban estructuras futuristas. No hice
fotos porque estas están ya muy vistas y porque ahora el amarillo no me provocó euforia ni optimismo. Las
fiestas se habían acabado y todo presagiaba la vuelta a la normalidad. Para
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