PISAR BERLANGA DE DUERO
Las historias no se mueren
en las orillas del Duero,
a veces hasta se quieren
escritas en romancero.
Pisar Berlanga de Duero
conociendo su cultura,
es sentirse caballero
sin contemplar amargura.
El trazado de sus calles
dice mucho de sus días,
comprendiendo los detalles
de aquellas artesanías.
Musulmanes invasores
impusieron su cultura,
fueron dueños y señores
de toda la agricultura.
Berlanga mirando al Duero
como señal de destino,
campos con piedras de acero
entre enebros y algún pino.
Este cruce de culturas
sobre las tierras sorianas,
parece que son dulzuras
de costumbres castellanas.
Calles estrechas curvadas
con soportales de enebros,
historias que recordadas
se meten en los cerebros.
Paisajes que son reflejos
del sentimiento soriano,
Berlanga desde muy lejos
pareces tenerla a mano.
El Cid pisó sus caminos
marcando siempre su estrella,
entre álamos y pinos
dejo en Berlanga su huella.
G X Cantalapiedra.
Las historias no se mueren
en las orillas del Duero,
a veces hasta se quieren
escritas en romancero.
Pisar Berlanga de Duero
conociendo su cultura,
es sentirse caballero
sin contemplar amargura.
El trazado de sus calles
dice mucho de sus días,
comprendiendo los detalles
de aquellas artesanías.
Musulmanes invasores
impusieron su cultura,
fueron dueños y señores
de toda la agricultura.
Berlanga mirando al Duero
como señal de destino,
campos con piedras de acero
entre enebros y algún pino.
Este cruce de culturas
sobre las tierras sorianas,
parece que son dulzuras
de costumbres castellanas.
Calles estrechas curvadas
con soportales de enebros,
historias que recordadas
se meten en los cerebros.
Paisajes que son reflejos
del sentimiento soriano,
Berlanga desde muy lejos
pareces tenerla a mano.
El Cid pisó sus caminos
marcando siempre su estrella,
entre álamos y pinos
dejo en Berlanga su huella.
G X Cantalapiedra.