Era la primera noche de invierno después de un eterno verano. Y en Blacos el frío nocturno actúa siempre como cortina contra el ruido y de abrigo donde se refugia la alegría. Enfrente de la ventana de la Luisa, una pared de adobe firmaba la edad de una casa que ha vivido muchos días de Todos los Santos y muchas noches de las Ánimas, pero entre sus adobes no se dibujaba ni un sólo rasgo de la moderna noche de Jalohuen, que no deja de ser otra costumbre americana que parece que ha mamado entre las ... (ver texto completo)