Cayetano, la luz de la sencillez
Era un hombre afable, o lo que es lo mismo, un hombre sencillo, que inspiraba confianza y de un trato agradable y cordial. Son un conjunto de virtudes que en sí mismas describen a una persona generosa en todas sus virtudes, pero para mí había una que destacaba por encima de todas las demás. Cayetano era un hombre al que nunca oías hablar mal de nadie, y tampoco torcía el gesto cuando el tema del que se hablaba podía no agradarle mucho. Pero es que hay casi una coincidencia unánime en este compendio de virtudes., Los que describen a la persona por su nombre dicen que Cayetano refleja a una persona solidaria, armónica, atenta con los demás y muy cariñoso y comprensivo con su familia. Una auténtica fotografía de Cayetano, hermano de Antonino, Nicomedes, Esteba y Celestino, entre otros. Para los más jóvenes, tío de Alfonso y Chus, también entre otros.
Muchas veces he dicho que Blacos es el resultado de sus gentes. Y Cayetano fue una de esas personas que hacía pueblo, y yo me atrevería decir que mejoraba todo lo que concernía a Blacos hace unos años. Él y su familia eran fijos en los veranos de mi infancia Y juventud. Era difícil saber cuando llegaba, porque su discreción huía de cualquier estridencia. Viajaba por las calles y los bares del pueblo detrás de una sonrisa permanente, en los ojos y en la boca, y rodeado de una mirada limpia, que fotografía a esas personas dignas de conocer, e incluso de admirar. A mí esta gente me tiene ganado de antemano, y yo tuve muchas y muy buenas conversaciones con él a lo largo del tiempo. Y por eso sé que sus ojos brillaban todavía con más intensidad cuando hablaba de su familia, y su sonrisa ampliaba los horizontes cuando hablaba de sus hijos. Lo hacía con la mesura que lo guiaba siempre y la humildad se dejaba notar hasta cuando me contaba que a Miguel Ángel lo habían seguido entrenadores del Español. Era un gran jugador de fútbol, pero eso lo digo yo, porque Cayetano no lo decía con esa vehemencia, `prefería siempre la mesura. Era una persona que participaba en todo y lo hacía con entusiasmo, aunque siempre prefería el segundo plano y dejaba el protagonismo de lado.
Me consta que con el paso de los años aumentó sus dosis de cariño, porque ya no sólo las tenía que repartir con su mujer e hijos, sino que con la llegada de los nietos se convirtió en un abuelo entregado, por los que luchaba como el primero. Una lucha, otra lucha distinta a la que le exigió las adversidades de la vida. Se enfrentó a ella con las mismas armas que le habían caracterizado siempre, hasta que hace unos días se vio superado por las condiciones que establece el contrato de la vida.
Cayetano es un hombre que se merece un recuerdo eterno porque Blacos tuvo durante mucho tiempo un referente, un espejo al que hay que mirarse, porque te devuelve la imagen de un ejercicio de modestia y cordura que cada vez es más necesario en estos tiempos. Su recuerdo presente contribuye al crecimiento de los principios de un pueblo hecho a sí mismo, hecho a base de la presencia de personas que han dejado un poso de afabilidad y sencillez. Hasta siempre
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