-Amén. Ya es hora que reconozcas lo poco que pintas. La discusión es sana, y la sátira no deja de ser una discusión en la que se exige sentido del humor, tanto del que la hace como del que la recibe. Y a mí me gusta moverme mucho en esos terrenos, aunque cada vez mido más las formas y las consecuencias. Y es que para sumergirse en la crítica mordaz y satírica hacen falta mezclas acertadas de tolerancia, templanza y respeto. Si lo mezclas mal, enseguida aparece la descalificación y el insulto. Y lo digo no porque sea muy listo, sino que lo he sufrido... No sufras primito, si detrás de toda la sátira se esconde un cariño que se acrecenta según llegan estas fechas. Será que los ejercicios espirituales me ablandan el corazón y me enternecen. Acógeme en tu seno, aunque solo sea por unos días, chiquitín.