Qué tiempos aquellos en los que la amistad nos acercaba, nos dejaba estar juntitos al calor de la lumbre, desgranar nuestros recuerdos y vivencias, saborear el olor a humo que desprendíamos a los poco minutos de estar allí. Sabernos cercanos y comprendidos, intercambiar ese juego de miradas cómplices... en fin. Ahora todo es virtual, menos el cariño. Pues al calorcito de una buena hoguera, que en Blacos cuando hace rasca hace rasca y no fresquito.