Hoy esta el cielo despejado y las estrellas llenan mis ojos de recuerdos. Recuerdo aquellas noches tumbados en la frescura de la corta hierva de las eras viendo pasar las estrellas fugaces y pidiendo deseos. Recuerdo aquellas tardes hablando y comiendo pipas La Pilarica sentados en el palo. Recuerdo aquellos bailes furtivos que organizábamos en el teleclub. Recuerdo las garrochas de caramelo de colores espirales que sorteaba el Jaime de la villa durante las fiestas, entonces en septiembre. Recuerdo las largas charlas en la fuente mientras esperábamos llenar los cántaros y los botijos. Recuerdo cuando íbamos a montar los machos a la dehesa y al burro del tío Lagunas. Recuerdo lo bien que olían las tortillas y los torreznillos cuando se hacían en el fuego del hogar y el barro fresco de los botijos y el trigo en la trilla y la lluvia en verano y el muladar y el espliego y la leña de enebro y la ropa seca al sol y el jabón aquel verde en la cara, con el agua fresca de la palangana en la calle por las mañanas. Recuerdo que bueno estaba el pan con aceite y azúcar, y las pastillas gordas de chocolate y el chicharro en escabeche con ensalada de tomate y los berberechos de los domingos con un chorrito de vinagre en ca la Luisa o en ca la Esperanza y las rosquillas y la torta de chicharrones y el jamón que colgaba inalcanzable curándose en los palos de las cocinas.
Pero sobre todo os recuerdo a vosotros alegres contentos y orgullosos de ser del mejor pueblo, del de los burros de Blacos. Nunca os voy ha olvidar, lo juro.
Pero sobre todo os recuerdo a vosotros alegres contentos y orgullosos de ser del mejor pueblo, del de los burros de Blacos. Nunca os voy ha olvidar, lo juro.