Hubo un tiempo en Blacos que se sabía que era día de fiesta por los olores, sí sí por los olores. Nada más despertarte notabas un fuerte perfume a naftalina que salía de los armarios y de las cómodas recien abiertos, olías a jabón de La Toja o a colonia Heno de Pravia, e inmediatamente sabías que iba ser un día especial. Pero si te despertabas con el olor a rosquillos era un día de fiesta, daba igual que fuera lunes, viernes o domingo, era un día de fiesta por todo lo alto porque los rosquillos durante mucho tiempo fueron el manjar de los dioses, el más esperado por todos. Podríamos escribir sesudos libros sobre quien los hacía mejor, pero llegaríamos siempre a la conclusión de que los mejores eran los que comíamos cada uno de nosostros y tanto daba si los había hecho tu madre, tu abuela o la vecina de enfrente. La única forma que yo veo posible para establecer una clasificación es reunir un día todas las recetas y hacerlas en una gran Fiesta del Rosco y mediante un jurado experto decidir los top ten de los roscos de Blacos. Yo quiero ofrecerme como voluntario para jurado dadas mi escasa pericia en la cocina y mi buen paladar para los dulces. Y que mejor día para hacer todo esto que el día del Nacimiento de la Cofradía del Rosco que bien podría ser en agosto, porque como que nos va mejor a todos. Para ese día ya deberíamos haber decidido la indumentaria porque no hay cofradía que se precie que no tenga su propio traje y cuanto más llamativo mejor porque a vces las ideas entran por la vista. Yo propongo, por eso de mantener los colores del histórico equipo de fútbol Virgen del Valverde, que el atuendo de los cofrades sea de pana verde a la vieja usanza, con chaleco, faja y cadena de reloj incluidos, calcetines blancos de lana y unas abarcas negras como las que patentó el tio Lagunas, con suelas de neumático de coche. Y nos podemos cubrir la cabeza con una boina castellana, que puede variar según la procedencia de los cofrades y convertirse en barretina, bombín, cachirulo o txapela, por eso de la multiculturalidad. Hay cofradías en las que también cambia el traje femenino. En caso de que lo decidamos así yo creo que las mujeres podrán apuntarse al vestido largo con delantal verdes, zapatillas de esparto negras y pañuelo blanco cubriendo la cabeza. Creo que no es el caso pero también podría aceptarse el velo islámico o el burka para que nadie nos acuse de cerrarnos a otras religiones. Con esto yo creo que damos un paso importante en busca de nuestra propia identidad como pueblo. Si lo conseguimos ya no habrá nadie que pueda decir que, ¡en Blacos no te comes ni un rosco!. Hasta otra majos.
Me parece demasiado bonito y espectacular como para llevar acabo tu idea, Alejandro, pero yo me apunto y hasta soy capaz de hacer algun rosquillo, porque digo yo, siempre hay una primera vez para todo. a la amigos cofrades animo. Un saludo, un beso para Pepi. Chus.