Quiero contar a todos un secreto. No soy quien parece que soy. Aunque mi disfraz es tan fino que me sorprende que tú no hayas comenzado a ver a través de él. Seguro que no soy la chica de tus sueños aunque puedo estar oculta detrás de tu mejor amiga, incluso de tu mujer. A veces intento romper todas las barreras como en las fiestas de aquel año bajo la tenue luz de una bombilla amarillenta, y recostados sobre la hierba, protegidos por los ramos de boj y a la íntima distancia que marcaba nuestra prematura amistad. No debería decir esto, porque igual te asusta todavía la responsabilidad del recuerdo y vuelves a huir. Sería más fácil el olvido pero yo me resisto a desprenderme de mi memoria y a disfrutar de aquel amor tan puro. Aquella madrugada, mientras limpiabas tu ropa, se me quedó grabada una de tus frases mágicas, la de que hay dos tipos de chicas: Las que gustan a primera vista y las que tardan más. Yo confiaba en ser de las segundas cuando me día cuenta que no podía ser de las primeras. Me queda un halo de esperanza y espero con la esperanza de que se cumpla esa declaración. No sé si lo sabes, pero merece la pena esperarte.
Un beso, de los de entonces.
Un beso, de los de entonces.