Pobrecillo el lacayo de Sherlock Holmes, el Baraka del desierto. Se cree que sólo hay vida donde y cuando ha estado él. De Txus y Lola me extraña más. Está claro que nuestra poetisa del amor y los desengaños se refiere al Pozo de la Virgen, sin segundas. Está un poco más arriba de la piscina municipal, hay árboles que dan sombra, aunque no tengo ni idea de si son enebros o chopos, y hubo una época que a los que nos daba por bañaros en el río frecuentábamos este paraje. Yo, como bien saben los que me conocen, sólo me baño en la ducha y si se atasca y me llega el agua al tobillo empiezo a marearme del miedo. Así que alguna vez estuve por allí y me imagino que sería de los que tendía la toalla y esperaba al atardecer, aunque no recuerdo nada de lo que cuenta Juana. Más bien me suena a generciones anteriores porque a mi hermano le oí alguna vez decir que se bañaban en el Requejo de la Virgen, aunque me extraña que en aquella época usaran toalla. Igual es una licencia poética de la Juana y lo que quiere decir es que se arrullaban mecidos en la suave brisa del atardecer sobre una cama de helechos y con las hojas del cielo secando sus cuerpos tersos y semidesnudos. Un roce que despertaba torrentes de pasión que en unos casos se consolaban con el hielo del agua y en otros con esa sonrisa tímida y encogida que trataba de esconder la vergüenzas bajo la sombra de un sol tremulo e indeciso. Ala, Baraka, esto es estrujar letras, lo demás vagar por los libros de detectives en búsqueda de un nombre que nuca encuentras. Saludos