Cuando me he enterado esta mañana se me ha encogido el corazón y se me ha muerto un poco más el alma. A mi la vida me ha dado pocas cosas gratis, pero una de ellas ha sido la fortuna de no saber lo que es la envidia. Aún así me gustaría ser como esas personas para las que la vida es una carrera de 100 metros lisos. Por desgracia estoy más acostumbrado a la vida como una carrera de obstáculos. Siempre he admirado a esas mujeres, lo he vivido de cerca, que desde muy jóvenes se tuveron que enfrentar solas a la vida, con una viudedad dolorosa y prematura. Mi tía Magina fue una de ellas. Sola, con dos hijos, rodeada de soledad y siempre a las puertas del dolor y al borde de la incomprensión. Solas y con un calvario por delante. Recorrió todas las estaciones del calvario a las que rezó con la cabeza alta y el orgullo intacto. Sacó fuerzas de flaqueza y se agarró a un clavo ardiendo para que la vida le mostrara su cara amable y le diera alguna satisfación aparte de los dos hijos que eran su misión en la tierra. Sembró desde entonces una semilla que no siempre agarra y muchas veces no germina. Pero la suya sí. Cuando esta mañana he oído la voz quebrada de mi primo Jesús que desde el otro lado del teléfono me decía que su madre había muerto, he comprendido que mi tía había superado el último obstáculo. Y en este ocasión el premio no era una medalla, era algo mucho mejor. Mi tía Magina había sabido sembrar el amor en sus hijos y ellos se lo habían devuelto multiplicado. Sin obstáculos, como una carrera de 100 metros lisos.
p. d.
Quizás alguno se pregunte por mi afición a escribir necrológicas. Ni mucho menos, todo lo contrario. Pero creo que esta página es una forma de recuerdo permanente para los que se van. Es algo más permanente que a leyenda de las lápidas. Llega a más y durante más tiempo. Por eso lo hago.
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Quizás alguno se pregunte por mi afición a escribir necrológicas. Ni mucho menos, todo lo contrario. Pero creo que esta página es una forma de recuerdo permanente para los que se van. Es algo más permanente que a leyenda de las lápidas. Llega a más y durante más tiempo. Por eso lo hago.