Es lo que tiene internet, que un pirao de Barakaldo descubre tus miserias y un segundo después lo está leyendo una pelota tumbada en una playa de Thailandia. Hasta hace unos años salir del armario era poco más que un trauma familiar," pobre niño que está enfermo, o " ya te lo decía yo, que no tenías que haberle comprado muñecas de pequeño". Por no hablar de la crueldad infantil cuando en el colegio te hacían el vacío, cuando no te vejaban por esa condición sexual que ya empezabas a apuntar por mucho que te esforzaras en disimularlo. ¿Pero ahora qué? ¿Cómo le explico yo a mi prima de la Patagonia que lo que más me gustaba de sus visitas era el novio que traía eh? o ¿cómo le digo a mi amiga Maite que aquellas noches que huía de la oscuridad del rincón era porque me daba pánico besarla al mismo tiempo que pensaba en lo guapo que era Camilo Sexto? Que lo sepas, me has creado un problema que puede acabar en una depresión traumática por no haber reconocido a tiempo que lo mío era el otro y que la otra no era más que una excusa que estaba bien vista. Ahora lo de ser gay se lleva bien pero se lleva bien cuando es uno el que decide salir del armario, no cuando un primo traidor y desagradecido cuenta tus intimidades en internet para burla y escarnio general. Claro que esto también me da que pensar, sobre todo en auqellos veranos en los que teníamos problemas de camas y muchas veces nos tocaba dormir juntos. Que yo recuerde tú nunca decías que no, aunque sabías de sobre que yo estaba enamorado de esa melenita pintada de canas y de ese pelo en pecho de marinero de la ría. ¿por qué te lo callaste y me permitiste hacerme ilusiones de sentirme correspondido? Además de difundir mis secretos me has torturado todos estos años al darme cuenta ahora que no sentías nada por mi. Era un amor no correspondido, por eso estoy seguro que Juana me va a entnder perfectamente. Desde ahora apelo a tu sensibilidad para que intentes curar mi herida, una herida que no va a cicatrizar nunca mientras que a un primno desgradecido le dejen humillarme públicamente. Que sepas, Baraka, que mis abogados, que son los mismos de Ana Obregón, ya están estudiando el texto para ver si te puedo hundir en los tribunales. Como mínimo te voy a pedir de indemnización un armario de tres puertas. Maldito armario, que profundo es, no sé si voy a encontrar la salida.