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BLACOS: Este mundo y mi pirimo el Baraka son " más raros que...

Este mundo y mi pirimo el Baraka son " más raros que un perro verde". Japón es arrasado por un terremoto y después por un tsunami con olas de diez metros y ahora una de sus centrales nucleares está fuera de control por falta de agua en las piscinas para enfriar el uranio y el plutonio. Y es que nunca llueve a gusto de todos, aunque la lluvia puede adoptar mil formas e intensidades. En Blacos, además de los "algarazos" de marzo como nos cuenta Aurora, puede "chispear", que es como cuando salpica la ducha. Si cae un poco más se puede considerar que es un "calabobos", pero cuando los bobos se calan muchos entonces "te calas hasta los huesos". En verano cuando deja de llover puede salir el sol, rodeado de una "canícula", que es como si el astro se colocara un velo blanco para tamizar sus rayos, aunque a esas horas haga ya un calor "sandunguero" por culpa de un "sol de justicia". Puede ser un buen momento para irse a buscar caracoles al "Molino Somero" o tostarse con la brisa de " La Pea Llano" antes de darse un paseo por "la Pila de la Zorra". Aunque en estos casos muchos prefieren sentarse a "la umbría", que se está mas "fresco que unas castañuelas". Muchos días cuando el sol caía a plomo había que ir a "llevar a los machos a la dehesa" por las "carreras". Para entrar había que abrir " la talanguera" y luego cerrarla con mucho cuidado para que no se escaparan y se comieran todo lo que había plantado en "el cebollar" y que se regaba con el agua de "las pozas" de alrededor y con aquellas "regaderas" de latón con las que se hacía músculo. Y es que en aquellos tiempos los animales daba "mucha guerra" además de ser unos señoritos. Por ejemplo, había que cambiarles la cama y ahí te encontrabas tú a sus dueños con una "hinguera" llena de paja para llevarla a las "taínas" y cambiarles las sábanas en verano y las mantas en invierno. Había sobre todo ovejas y muchos no sabíamos distinguir " las churras de las merinas". En las noches de verano dormían "al raso", luego durante el día " se aturraban", hasta que se ponía el sol. También había cabras, otras señoritas, a las que por la mañana había que llamar con el "cuerno" para salir al monte. Cuando llegaban allí no paraban de "brincar" por las "riscas". Menos mal que luegon daban una leche riquísima, aunque si se pasaban al calentarla en el cazo podía saber "a cuerno quemado" y nuestras madres decían que éramos unos "angurrientos", que no pensábamos más que en comer, al fin y al cabo lo mismo que hacían las cabras y las ovejas. También había perros, muchos perros, unos galgos y otros podencos. La peor que yo conocí era la Canela del tío David que me pegó un mordisco en la pierna del que guardo una buena cicatriz. Algunos inviernos nos contagiaban la tos y de ahí debe venir lo de "toser como un perro". Se solucionaba con un jarabe que sabía" a rayos" y con unas "friegas" en el pecho. En el peor de los casos con unas inyecciones de penicilina que nos las firmaría ni el peor banderillero. También es cierto que otras veces el catarro te lo provocaba el corte de pelo. Te dejaban lleno de "trasquilones", con la cabeza pelá como una bombilla y un flequillo en forma de plumero. Lo del peluquero era otra forma de tortura que hemos sufrido los de mi edad. A ver a quien no tenían que atar a la silla de la "barbería", (todo el mundo la llamaba barbería y no peluquería), y sus gritos se oían desde la calle cuando "el barbero" se acercaba con aquella máquinas de "esquilar" a la que no le había cambiado las cuchillas desde la primera guerra mundial. Todo iba bien mientras la deslizaba por el pelo, pero cuando la sacaba era como si te "arrancaran la piel a tiras".Él barbero fue el culpable de que muchos de mi generación fuéramos después defensores a ultranza de la melena. Menos mal que sólo venía cada mes o cada dos meses porque entonces Torreblacos estaba en la otra punta de nuestro universos. El mejor ejemplo de sus habilidades es que nunca hizo carrera como peluquero ni como barbero y cuando descubrimos al Cabuche es como si hubiésemos encontrado a Llongueras. Eran cosas que te podían pasar todas "en menos que canta un gallo", en un día que podía amancer chispeando y anochecer con San Acacio sentado en la Barbacana para implorar a los espíritiud que no lloviera "entoabía", por lo menos hasta "aventar" el trigo y la cebada y la avena, y guardarla en casa antes de que se acabara un verano, que por lo demás, había sido más seco que "la mojama".

P. S. (en honor a Pepi) Ni que decir tiene que a mi primo no hay que hacerle caso porque como se puede comprobar es un resentido y yo creo, bueno creo no, estoy seguro, que un envidioso. Toda su maldad se debe a su ausencia. Si hubiera estado él en el cocido, aunque sólo fuera para echar la sal, ahora diría que fue el mejor cocido del mundo, incluído Bilbao que es otro universo. Pero ye el colmo es que se meta con mi hermano, la reserva espiritual de la familia Gonzalo, el paradigama de la bondad y la genersoidad, el paladín de la colaboración y la entrega abnegada a cualquier causa que tenga que ver con su pueblo. Lleva a Blacos por bandera, duerme con uan estampita de la Virgen de Valverde debajo de la almohada y todos los días reza cinco veces mirando a San Miguel. Es un auténtico talibán de las costumbres sorianas. Y por si esto fuera poco está protegido por la autoridad municipal con la que comparte mesa y mantel a diario. Así que chaval, yo en tu lugar lanzaría mis flechas hacia otro lado si todavía aspiras a ser nombrado hijo adoptivo de Blacos.