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BLACOS: Hubo un tiempo que en este país comer carne sólo estaba...

Hubo un tiempo que en este país comer carne sólo estaba al alcance de unos pocos privilegiados. Era un plato habitual en las casas de los burgueses y de los que habían amasado una pequeña o gran fortuna. De ahí debe venir lo de "estómagos agradecidos". Hubo un tiempo en que las chuletas de cordero, por ejemplo, eran un plata de "haute cuissine" (Esto es para que lo entienda Pepi).
Los plebeyos, descamisados y desgarramantasn las veíamos, a las chuletas, de vez en cuando, en fechas señaladas o en el cumpleaños de la tía rica, si es que la teníamos y no se había ido a América. Los pobres como que éramos más de pescado, de sardinas y chicharros o arenques. Entonces la Iglesia que no tiene un pelo de tonta y que siempre ha estado por la igualdad y no por la diferencia de clases, descubrió que al mismo tiempo que hacía negocio podía darnos una alegría a los pobres y por unos días comer lo mismo que los ricos. Y decidió que los viernes de cuaresma no se podía comer carne. Entendía que comer pescado era una forma de hacer ayuno, vamos como si nos bebiéramos unos vasos de agua. Y casi sin pensarlo, con la bendición divina, decidió que esos viernes había que ayunar y no pobrar la carne. Después lo pensó un poco más, y con los interese terrenales, decidió que vale, pero que sí se podía comer carne si se pagaba una especie de licencia por hacerlo, a lo que ellos llamaban bula y para lo que a mi se me ocurren un montón de nombres menos amables. Y ocurrió que estábamos como al principio. Los pobres comían pescado, los ricos comían carne cuando les daba la gana y además la Iglesia ganaba un dinerillo " para tapar agujeros". La igualdad volvía a ser la desigualdad pero con la undulgencias plenarias.
Pero ero era antes. Ahora la Iglesia piensa otra cosa, pero todavía no se ha atrevido a dar el paso. Ahora lo caro no es comer carne, sino comprar pescado. Las ángulas o el besugo de ahora son las costillas y el solomillo de entonces. Quizás en el próximo Concilio decidan el intercambio de ayunos, la carne por el pescado. Y ahí es donde entramos nosotros, ese grupo de Blancos que hemos decidido ser vanguardistas y allanarle el camino al Papa. Hemos abierto la puerta para ese cambio, sólo tienen que reconocerlo y darnos el mérito que merecemos. Quizás dentro de unos siglos alguien diga que un grupo de amigos de Blacos, guiados pro la justicia social, demostró que el ayuno debe ser de pescado y no de carne. Dimos un paso peligroso y temerario, comimos carne de cerdo en Viernes Santo. Nos hemos arriesgado a que caigan sobre nosotros las siete plagas de Egipto. Pero estoy seguro que hemos servido de guía al Vaticano y en poco tiempo pasaremos de ser pecadores a convertirnos en profetas de la Nueva Cuaresma. Y al igual que los apóstoles, encontraremos algún traidor (¿Por qué pensáis todos en el Baraka?). Pero también habrá evangelizadores, martires y conversos, que le vamos a hacer.
Igual entonces, y también gracias a nosotros, tedo el mundo se olvidará de expresiones como "bocata di cardenale" o " He comido como un clérigo". La Cuaresma será de pescado y lo dicho, a Chus la subirán a los altares, por lo menos a los de la cocina.