Cuando llegamos hasta aquí ya hace un rato que nos tiembla el pulso y han aumentado nuestras palpitaciones. El hormigueo comienza en la primera curva del Temoroso. Apartamos la mirada de la carretera y en un segundo nos saludan a lo lejos con su timidez habitual los tejados rojos y las fachadas blancas. Es un momento único e intransferible, que cada uno de los que volvemos lo vivimos de una manera especial. Da lo mismo ser de aquí o simplemente venir aquí. Blacos te estampa su sello especial y como si fuera una marca de fuego, ya no hay forma de borrarla. Te empapas de su ambiente, respiras su olor limpio y bebes su agua que nunca es amarga. Describir estos sentimientos es muy difícil pero seguro que cada uno en nuestro interior los hemos vivido muchas veces.
Ira a Blacos siempre te deja su huella especial, marcharte de Blacos siempre te deja un dolor especial. Blacos es especial para los que vienen, se van, o... se quedan para siempre.
Ira a Blacos siempre te deja su huella especial, marcharte de Blacos siempre te deja un dolor especial. Blacos es especial para los que vienen, se van, o... se quedan para siempre.