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BLACOS: Dicen que la experiencia se gana con los años. Si es...

Dicen que la experiencia se gana con los años. Si es así el tío Daniel se mereció la medalla de oro olímpico a la experiencia. Llegó a los 103 años sumando vivencias aunque si alguién se lo pudiera preguntar, seguro que él diría que todavía le quedaban muchas cosas por hacer y por aprender. Superar el siglo cada día es más fácil pero hacerlo con consciencia y disfrutarlo hasta el final está al alcance de muy pocos, yo no conozco a ninguno. Pero si entre esos recuerdos disfrutas de un homenaje en tú pueblo, con toda tu gente, con la emoción a flor de piel, pues todavía mejor. Ser profeta en tu tierra se reserva normalmente para el olimpo de los dioses, pero ahora comprobamos que también puede descender a la tierra y transformar el carácter a veces hosco y huraño con el que nos manejamos. Al tío Daniel se le recordará por muchas cosas, pero el libro de la historia de Blacos necesitará un capítulo especial que podría titularse: El primer hombre al que le hacen un homenaje en Blacos.
Se puede pensar que el único mérito es superar los cien años, pero hay muchas más cosas. Yo voy a contar una. En el verano de 1.981 0 1.982 yo estaba de vacaciones en Blacos, días después de acabar mis estudios y con la congoja de encontrar un trabajo. Mientras pensaba esto me encontré trabajando en el arreglo de las calles del pueblo. Reconozco que ni estaba acostumbrado a la dureza de la obra ni al calor sofocante que hacía esos días. Lo que peor llevaba era extender el hormigón y pasarle por encima una regla vibradora para que quedara a nivel. Entonces, antes de que llegara el camión-hormigonera escondía las botas para tener una excusa y no hacerlo. Pero el tío Daniel, mucho más listo que yo, siempre sabía donde las había escondido. Cuando llegaba la hora yo decía que había perdido las botas e inmediatamente él decía que sabía donde estaban y mne las traía. Jamás dijo a nadie que las escondía, únicamente decía que se me olvidaban en todas partes. Reconozco que aquello días no era precisamente mi mejor amigo. Pero hoy con la tranquilidad que da el paso del tiempo es uno de los mejores recuerdos que tengo de él. Para mi siempre fue una persona de edad, porque cuando yo nací él ya estaba de vuelta de muchas cosas. Y cuando volví se había convertido en una persona venerable, uno de esos hombres que andan siempre de la mano de su carisma y nunca están dispuestos a abandonar sus principios. Era de esas personas que dejan huella, una huella imborrable que seguro que la sigue marcando en cualquier estrella en la que sentado al lado de Vitoria se ríen de los chistes de Liborio. Es la experiencia que dan los años, en este caso los siglos porque vivió en dos distintos. Otra medalla olímpica.